Expertos, científicos, historiadores y académicos coinciden en vincular los orígenes de la cultura gallega con los celtas de la Europa Atlántica a través de conexiones evidentes que van más allá de mitos. Es precisamente Galicia y el norte de Portugal el lugar de la Península Ibérica donde los celtas intercambiaron conocimientos y costumbres con las poblaciones autóctonas, lo que derivó en la denominada cultura castrexa que se desarrolló durante la Edad del Hierro. Uno de los rasgos sociales de estos celtas galaicos es su carácter bélico, su orgullo y lealtad, además de su gusto por la música, la comida, la bebida, la fiesta y el mundo mágico y espiritual. Las referencias literarias destacan que los guerreros galaicos eran hábiles en las emboscadas y asaltos a tribus vecinas, aunque tampoco se han encontrado armas que confirmen este carácter guerrero. Lo que sí se conservan son algunas esculturas masculinas de guerreros galaicos, de tamaño casi natural, en posición de parada militar, armados y adornados con joyas que adornaban la entrada a los castros.

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