Felipe González entró en la Universidad de Sevilla en un día de caló, “de esos que narraba el Pali”, y fue al patio a ver el tablón de notas. Su vocación era la Filosofía, pero acabó en Derecho porque sus padres pensaban que se le “había ido la olla”. “De pronto, encuentro que alguien me agarra del brazo y era Pelsmaeker (afamado jurista): ‘No vuelva a venir a la universidad en pantalones vaqueros’. En plenas vacaciones, con un calor del diablo”. No podría imaginar que años más tarde, de 1982 a 1996, sería el presidente del Gobierno de España.

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