Felipe González entró en la Universidad de Sevilla en un día de caló, “de esos que narraba el Pali”, y fue al patio a ver el tablón de notas. Su vocación era la Filosofía, pero acabó en Derecho porque sus padres pensaban que se le “había ido la olla”. “De pronto, encuentro que alguien me agarra del brazo y era Pelsmaeker (afamado jurista): ‘No vuelva a venir a la universidad en pantalones vaqueros’. En plenas vacaciones, con un calor del diablo”. No podría imaginar que años más tarde, de 1982 a 1996, sería el presidente del Gobierno de España.
Con esta anécdota y una sonora carcajada arrancó su intervención el expresidente del Gobierno, que ha recibido el homenaje de la Universidad de Sevilla con el Premio Alumni de Honor en su cuarta edición, que reconoce a los egresados con una trayectoria notable y es otorgado por la asociación de antiguos alumnos, en colaboración con la Fundación La Caixa.
“Mi vida se hizo en la Universidad y lo que soy se hizo en esta Universidad”, repitió en varios momentos de su intervención, “la Universidad me hizo como soy hoy”, añadió sobre la institución donde se licenció en 1965. “Lo que pensaba entonces lo pienso ahora”, proclamó González ante un centenar de personas. “Sé que la caja de instrumentos es la misma”, dijo convencido.
En el auditorio, nadie del PSOE de Andalucía o de Sevilla con cargo en las actuales ejecutivas. Lo acompañaron Alfonso Guerra, que tomó la palabra como presidente de honor de Alumni US, y el expresidente andaluz Manuel Chaves. Si hace unos años alguien hubiera insinuado que en un acto de homenaje a Felipe González en Sevilla habría más cargos del PP que del PSOE habríamos pensado lo mismo que los padres del expresidente cuando les comunicó que quería estudiar Filosofía, que a esa persona se le había ido la olla. Pero así fue, con el alcalde de la ciudad, José Luis Sanz, en primera línea y muchos más amigos conservadores que socialistas.
Ya al término, mientras sus convidados brindaban con una cerveza en la mano, Felipe González era perseguido por un enjambre de cámaras y periodistas. Sobre el ultimátum para el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y el aviso de Pedro Sánchez de que cambiará la ley aseguró: “Todo está en la ley, si la quieren cambiar que la cambien”. Sobre las resistencias de los fiscales del Supremo a la amnistía: “Lo esperable”. “Hay que preguntarle a Puigdemont por donde vamos a ir en el futuro”, ironizó. Dejó sin contestar si echaba de menos a amigos, o examigos, socialistas en la sala.
Si alguien esperaba del egresado ilustre reproches al PSOE, a Pedro Sánchez o a la amnistía, no los encontró en el discurso. Con fineza sí dejó reproches. Las tortas dialécticas a mano abierta las deja González para los platós de televisión. Lo que tocó en el foro académico fueron vivencias emocionantes y emocionadas de su vida de universitario. “Nadie me puede reprochar que para mí los intereses de mi país sean lo primero”, deslizó para quienes le reprochan que sea desleal al PSOE. “España por delante de todo” y “tengo lealtad a los proyectos”, aseguró. “Yo soy libre porque digo lo que pienso y soy responsable porque pienso lo que digo”, repitió en una frase que se le oye mucho en los últimos tiempos.
“La polarización viene de arriba a abajo, no de abajo a arriba, no por enfrentamiento social ni por odio en la sociedad. Es un problema que viene por los representantes, no por los representados. Si hoy tenemos algo es una crisis de representación”, sostuvo el expresidente, que defendió el pacto constitucional y dejó claro que él, a su salida del Gobierno sí pudo sentir que había cumplido porque contribuyó a mejorar la situación que se encontró al llegar.
El acto se celebró en el Pabellón de México, donde se trasladó tras una semana complicada en el Rectorado, donde inicialmente estaba previsto. El lunes, un grupo de alumnos se encerró en la Facultad de Filosofía en una acción a favor de Gaza y en demanda de que se rompan las relaciones con Israel. Los estudiantes fueron desalojados por la Policía a petición del rector y con la denuncia de los alumnos de que había sido una acción violenta. Tras el desalojo, que se producía después de que durante días los alumnos estuvieran acampados en el Rectorado, los estrictos controles de acceso y las medidas para evitar más actos de protesta han perturbado el final del curso.
Su maestro
El catedrático de Derecho del Trabajo Miguel Rodríguez-Piñero, expresidente del Tribunal Constitucional, “maestro y sin embargo amigo” de González lo introdujo. “La Universidad de Sevilla le debe mucho Felipe, fue un gran docente y un gran innovador en sus métodos de enseñanza, pero también le debe mucho Felipe a la Universidad de Sevilla. Le decía yo a Alfonso Guerra si Felipe estudiara en Oviedo no llega a presidente del Gobierno”, afirmó.
Guerra alabó “el discurso de filósofo” de González, narrado “con enorme sencillez”. “Estamos necesitados del espíritu de consenso” que, a su juicio, encarna el expresidente del Gobierno, que optó por “el pacto frente a la confrontación. El rector de la Universidad de Sevilla, Miguel Ángel Castro, recordó que guarda una foto firmada en tinta azul por el expresidente: “El PSOE confía en el pueblo porque el pueblo sabe administrar su libertad”, le dejó escrito. “No entro a valorar si el actual PSOE confía más o menos en el pueblo” y ahí se quedó.
Otros premiados
En el acto de entrega de los Premios Alumni también es reconocido el profesor Antonio Manuel Garrido Hermosilla con el Premio Impacto Social, dotado con 1.000 euros, por la creación de la Unidad de Referencia Andaluza (UPRA) dentro del Servicio Andaluz de Salud para la orbitopatía de graves u orbitopatía tirioidea.
La orbitopatía tiroidea es una enfermedad rara, tradicionalmente infradiagnosticada que puede llegar a ocasionar una importante afectación física y psicológica de los pacientes que la padecen. Desde la aprobación de la unidad de referencia más de 250 pacientes de toda Andalucía han sido atendidos por el equipo dirigido por Garrido, junto con la médica Mariola Méndez Muros, también egresada y alumni de la Universidad de Sevilla.
El fallo del jurado también ha reconocido con el accésit al Premio Impacto Social, valorado en 500 euros, a Elena Ceballos Romero, por su proyecto de divulgación científica y transferencia Sin azul no hay verde, que promueve la importancia de los océanos para la existencia de la Tierra.