Sonrisas de oreja a oreja de Giorgia Meloni en la cena de gala de los líderes del G7 en el castillo de Brindisi. Hasta que llega él, el presidente francés Emmanuel Macron y a la mandataria italiana se le congela el gesto. Seriedad a la que sigue un frío saludo y, finalmente, una sonrisa forzada. Contraste con las bromas. En evidencia quedan, según medios italianos, las diferencias entre los dos líderes con una inesperada polémica por la petición de Meloni -rechazada por Macron- para eliminar el derecho al aborto en la declaración final de la cumbre, cumbre a la que hoy asiste el Papa, por primera vez en un encuentro de este tipo. Con una anfitriona exultante tras su victoria en las elecciones europeas del pasado domingo, frente al varapalo sufrido por Macron ante la extrema derecha y con el resto de los líderes también en momentos complicados. Tras el acuerdo para inyectar 46.000 millones de euros a Ucrania es la inmigración la que está hoy sobre la mesa, aunque con ratos, como este, para la distensión, cantándole al canciller alemán el cumpleaños feliz.

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