Quería ruido y entusiasmo Julian Nagelsmann para expulsar miedos, sospechas y desconfianzas, sentimientos que también tiene últimamente un equipo como Alemania, y sus jugadores cumplieron las órdenes. Era casi más un consejo para que soltaran los nervios que un precepto para que intimidaran a Escocia, tipos rudos y agrestes que no se asustan con nada.

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