Las poblaciones de abejas están descendiendo de forma alarmante en las últimas décadas. Estos polinizadores están expuestos a múltiples factores estresantes, incluidos el cambio de uso de la tierra, las invasiones biológicas, el cambio climático y la exposición a pesticidas. Factores que pueden interactuar de forma sinérgica.
Un estudio liderado por el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) y la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) ha estudiado los efectos combinados del calentamiento climático y la exposición a insecticidas no letales. Entre los resultados de la investigación destaca que los inviernos más cálidos empeoran el impacto de los plaguicidas sobre las abejas, reduciendo hasta un 70% su esperanza de vida.
Según los investigadores, si las abejas viven menos, su capacidad para producir descendencia se reduce, lo que puede tener consecuencias muy negativas en nivel poblacional y empeorar el declive de estos polinizadores que sufre el planeta.
Estos datos ponen en el punto de mira las políticas de regulación de los fitosanitarios en Europa, que solo tienen en cuenta cuáles son las dosis letales para las abejas que se exponen directamente en los productos tóxicos y dejan fuera de la ecuación otros factores de estrés, como el cambio climático.
El experimento se centró en la abeja Osmia cornuta. Estudios anteriores sobre esta especie habían revelado que las temperaturas cálidas invernales provocaban pérdida de peso corporal, consumo de lípidos y agotamiento de la grasa corporal.
Los resultados de la investigación han confirmado las sospechas de los científicos sobre que las abejas expuestas a escenarios de calentamiento climático son más sensibles a los pesticidas. Traducido: la combinación de cambio climático e insecticidas es un cóctel mortal para las abejas.
Estrés nutricional
Los investigadores expusieron hembras de Osmia cornuta a tres tratamientos de invernada: escenario actual (temperaturas 2007-2012), futuro cercano (temperaturas proyectadas 2021-2050) y futuro lejano (2051-2080).
Al emerger en primavera, las abejas fueron expuestas por vía oral a tres dosis subletales de un insecticida, y midieron los efectos combinados de la invernada y la exposición a insecticidas sobre la respuesta a la luz, el consumo de lípidos y la longevidad.
«El tratamiento de invernada por sí solo no afectó la mortalidad invernal, pero la pérdida de peso corporal aumentó con el aumento de las temperaturas invernales. De manera similar, el tratamiento de invernada por sí solo apenas influyó en la respuesta fototáctica o el consumo de lípidos. Sin embargo, las abejas que pasaron el invierno a las temperaturas más cálidas tuvieron una longevidad más corta, un fuerte predictor de fecundidad en Osmia cornuta«, recoge el estudio, publicado en ‘Global Change Biology’.
«La exposición a insecticidas, especialmente en dosis altas, afectó la capacidad de las abejas para responder a la luz y resultó en una reducción del consumo de lípidos y de la longevidad. La combinación del invierno más cálido y las altas dosis de insecticida dieron como resultado una disminución de la longevidad del 70%«, señalan los autores. Son 20 puntos más que en el caso de las abejas que no fueron expuestas a temperaturas cálidas durante el invierno.
Además, las abejas más pequeñas, como resultado de menores provisiones de polen y néctar, tuvieron una longevidad más corta, lo que sugiere que el estrés nutricional puede comprometer aún más la fecundidad en la especie.
Consecuencias devastadoras
«Nuestros resultados muestran una interacción sinérgica entre dos importantes impulsores de la disminución de las abejas e indican que se volverán más sensibles a los pesticidas en el actual escenario de calentamiento global. Nuestros hallazgos tienen implicaciones importantes para la regulación de pesticidas y subrayan la necesidad de considerar múltiples factores estresantes para comprender la disminución de las abejas», destacan los autores.
«Hemos observado que en el peor de los dos escenarios de aumento de temperaturas simulados, las abejas viven unos 5 días menos que en condiciones normales. Esto puede parecer una diferencia pequeña, pero en periodos de vida tan cortos como los de las osmias (de aproximadamente unos 20 días), puede tener consecuencias devastadoras a nivel poblacional», explica Sergio Albacete, autor principal del estudio.
«El incremento de las temperaturas durante el invierno provoca que las osmias consuman sus reservas energéticas y agoten sus cuerpos grasos. Estos cuerpos grasos juegan un papel crucial en el proceso de detoxificación de sustancias como los plaguicidas. Por lo tanto, suponemos que las abejas con menos reservas de energía son más sensibles a los efectos de estos plaguicidas», indica Albacete.
Además de los efectos sobre la longevidad, la exposición a inviernos más cálidos y dosis subletales del insecticida también afecta la capacidad de respuesta a la luz y el comportamiento de alimentación de las abejas.
«Hay que tener en cuenta que, a pesar de que los niveles de insecticida a los cuales se exponen las abejas durante la floración generalmente no son suficientes para causar la muerte del individuo, pueden tener efectos sobre su fisiología y comportamiento y, por lo tanto, sobre su éxito reproductivo», añade el investigador.
Múltiples factores de estrés
Con el objetivo de proteger los polinizadores, la aplicación de la gran mayoría de insecticidas está prohibida durante la floración. No obstante, hay que tener en cuenta, que muchos de estos productos son persistentes y, a pesar de aplicarse en etapas antes de la floración, pueden aparecer en el polen y el néctar de los cultivos tratados.
Además, «los efectos observados en el experimento son el resultado de exponer las abejas a una dosis realista de un determinado insecticida, pero en los sistemas agrícolas, las abejas se exponen de manera crónica a una gran variedad de agroquímicos (insecticidas, fungicidas, herbicidas…), así que todavía se complica más su supervivencia«, advierte Anselm Rodrigo, coautor del estudio.
A pesar de que esta investigación ha utilizado escenarios climáticos futuros basados en los estándares del IPCC, las condiciones de exposición empleadas pueden considerarse ya realistas y vigentes.
«Las temperaturas de nuestro escenario climático más pesimista ya está sucediendo durante los últimos años en inviernos especialmente cálidos. Por lo tanto, los impactos observados en nuestro estudio ya pueden estar afectando en la actualidad las poblaciones de polinizadores silvestres» concluye Jordi Bosch, coautor del estudio.
Según los autores, estudios como este ponen de manifiesto la necesidad de considerar múltiples factores de estrés para comprender los declives en las poblaciones de abejas.
Asimismo, los resultados destacan la importancia de revisar los umbrales de toxicidad definidos en la evaluación del riesgo de los plaguicidas que marcan las legislaciones europeas, puesto que las poblaciones de abejas se enfrentan a temperaturas cada vez más cálidas, y estos umbrales podrían no ser bastante protectores.
Informe de referencia: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/gcb.16928
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