No puede parar de temblar. Los ojos le brillan por la emersión de una lágrima y la excitación de saber que en media hora podrán abandonar la que ha sido su segunda casa los últimos nueve meses. “Nos volvemos para Asturias, los tres”, cuenta María Gonzálezcon una sonrisa inquebrantable, adjetivo que se ha puesto por bandera desde que un año atrás su marido, el guardia civil Marcos Troitiño, de 41 años y natural de Pontevedra, sufrió un grave atropello cuando perseguía a dos ladrones a la salida de un centro comercial de Castellón, donde se encontraba entonces destinado

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