Javier García-Conde, sacerdote y catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Oviedo, hablará el viernes a las 18.00 horas de la vertiente poética de Pedro Casaldáliga, al hilo de la antología publicada por la editorial Fonte-Montecarmelo, que estará representada por José María Concepción y Mari Pepa Raba. Casaldáliga, uno de los máximos exponentes de la Teoría de la Liberación, fue un gran poeta. El sacerdote claretiano que nació el 1928 en Basareny (Barcelona)y murió como obispo de la prelatura de San Félix de Araguaya (Mato Grosso, Brasil), se enfrentó con claridad y valentía con la dictadura militar y económica de Brasil. Tras jubilarse permaneció en San Félix hasta su muerte en el año 2020.

Enfrentado a los poderosos

Desde la primera carta pastoral con motivo de su consagración episcopal se enfrentó a una política inmisericorde de los poderosos de su época, defendiendo siempre los intereses de los pobres, en especial de los indígenas, de los negros y de los despojados de sus tierras (poseeiros) por los terratenientes. Estuvo amenazado de muerte. Y no quiso nunca separarse de sus “fieles”, hasta la muerte. Está enterrado en el cementerio de San Félix. Sus 577 poemas son una referencia clara de su postura personal y pastoral. En ellos no faltan, por supuesto, personajes tan notables como Gaspar García Laviana o Oscar Romero (San Romero de América). Fue un referente para la parte del episcopado comprometida con sus planeamientos.

Pedro Casaldáliga, el cura de los pobres. lne


El cura de los pobres

Conocido como ‘Dom Pedro’, Casaldáliga es una de las personalidades más representativas de la Iglesia de los Pobres en Brasil, América Latina y el mundo. Considerado uno de los más fieles seguidores de la Teología de la Liberación, es uno de los fundadores del Consejo Indígena Misionero (CIMI) y de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT). El equipo editor de la Antología Poética de Casaldáliga lo forman José María Concepción, Eduardo Lallana, Benjamín Forcano, Maximo Cerezo (imágenes y diseño) y Mari Pepa Raba, todos muy cercanos y admiradores del sacerdote.

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