Tras un cierre gris de la temporada a nivel de clubes valencianos y con el interrogante de desconocer los proyectos deportivos del Valencia CF y del Levante UD, emerge la Eurocopa como un auténtico oasis en el que el fútbol, con todas sus letras, es el gran protagonista. Es una de las grandes amenizaciones de este verano que ya va floreciendo y que regalará además las siempre maravillosas Olimpiadas, una oda al deporte en toda regla.
Y es que, aunque nuestro deseo es el de confiar en un buen papel de España, tras tantos reveses, insatisfacciones, frustraciones, protestas e incluso desarraigo, un torneo como la Eurocopa une a prácticamente todos en la ilusión por conseguir levantar la copa en Berlín. Y todo esto lo hace sin la misma tensión que un partido en Mestalla o en el Ciutat, porque la premisa es disfrutar de buenos partidos de fútbol, con lo mejor de país, y si ganan los nuestros mucho mejor. Lo dicho, la esencia del balompié y que por muchas circunstancias aquí hemos ido perdiendo, y lo peor, hasta hemos normalizado.
Es verdad que todo tendría algo más de azúcar si en la lista de De la Fuente tuviéramos algún representante. La decadencia y caída libre del Valencia CF ha llegado al punto de dejar huérfanos de integrantes a una selección que, hasta no hace mucho, mantenía varios puntales, y además protagonistas en sus filas. Una muestra de músculo y de orgullo y que ojalá se vuelva a reconquistar. Sin ningún tipo de vínculo, Georgia será la selección simpática en Valencia. La presencia de Mamardashvili, en la que puede ser su última gran comparecencia como arquero valencianista, y de Kochorashvili, en representación granota nos empuja casi sin querer, a desearles un buen papel ya sea por vínculo, humildad o añoranza de pertenencia. Puestos a identificarse con otra selección, al margen de España, yo elijo Georgia.
Solo, en casa con amigos, en el bar, o en vacaciones para los afortunados, campeonatos como la Eurocopa ayudan a calmar algo los ánimos, a hacer ese obligatorio paréntesis y a permitirnos disfrutar de un partido de fútbol. Un opio clave para que incluso nos invite a recordar que a veces llevar el sentimiento desbordado no es bueno, y que, aunque nos duelan las gestiones de los dirigentes y las decisiones que se toman, el fútbol al final tiene un trasfondo algo más simple pero que la pasión distorsiona y hasta te marca en el carácter hacía un enfado permanente que realmente hay que saber si vale o no la pena. Esto lo digo hoy, en pleno mes de junio, a dos meses para que arranque de nuevo la liga y sin el fragor de los puntos y la clasificación. Seguro que se olvidará cuando llegue el momento, pero, a lo mejor, la reflexión es necesaria.
De momento hoy nos coge con ganas el Alemania-Escocia. Mañana a ganar a Croacia. Viva el fútbol.
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