Un reciente estudio científico publicado por la Universidad de Michigan (EEUU) ha causado sorpresa entre muchos aficionados a la horticultura doméstica. Y es que los huertos urbanos, vistos como la panacea de la sostenibilidad alimentaria y como nexo de unión entre naturaleza y ciudad, tienen también sus sombras.
Según el estudio, este tipo de cultivos tiene una huella de carbono hasta seis veces mayor que la agricultura convencional, debido a su escasa eficiencia de producción, el uso intensivo de recursos y el transporte de materiales hasta los huertos.
Los huertos urbanos presentan múltiples ventajas y han sido reconocidos por la Organización Mundial de la Alimentación (FAO) como un sistema que permite desarrollar una agricultura urbana sostenible y a la que tienen acceso millones de hogares en todo el planeta. La posibilidad de cultivar los propios alimentos en casa o en el parque más próximo, prescindiendo de los circuitos comerciales caracterizados por pesticidas, largos desplazamientos contaminantes y otros inconvenientes, respaldan este tipo de huertos urbanos.
Pero junto a estas luces, también hay sombras. El estudio de la Universidad de Michigan, que ha sido publicado en la revista Nature Cities, se basa en el análisis de 73 huertos urbanos repartidos por cinco países (Francia, Reino Unido, Alemania, Polonia y EEUU). La conclusión principal es que la huella de carbono generada por estos huertos es hasta seis veces superior a la agricultura convencional. ¿Por qué sucede esto?
Los investigadores analizaron tres tipos de instalaciones de agricultura urbana: las granjas urbanas (aquellas gestionadas de forma profesional), los huertos individuales (pequeñas parcelas gestionadas por personas individuales) y huertos colectivos (espacios colectivos gestionados por grupos de personas).
En todos los casos se calculó el nivel de emisiones de gases de efecto invernadero vinculadas a los materiales y a las actividades realizadas en el huerto a lo largo de toda su vida útil. Y luego se compararon estas emisiones con las provocadas por alimentos producidos por métodos convencionales.
El resultado de dicha comparación fue que, en promedio, los alimentos producidos mediante agricultura urbana emiten 0,42 kilos equivalentes de dióxido de carbono por ración, lo que supone seis veces más que los 0,07 kilos de CO2 equivalente por ración de los productos cultivos de forma convencional.
Poca vida útil, poca eficiencia
¿A qué se debe esta diferencia? Según el estudio, la mayor parte del impacto sobre el clima de la agricultura urbana procede de los materiales usados en la creación de los huertos. “Estos huertos suelen tener una vida útil corta, por lo cual, los gases de efecto invernadero utilizados para producir esos materiales no se amortizan de manera eficiente. En cambio, la agricultura convencional es altamente eficiente y difícil de competir con ella”, señaló Benjamin Goldstein, uno de los autores.
En concreto, los huertos urbanos requieren habitualmente más recursos, como agua y energía, para mantener las plantas y, además, dependen de fuentes de energía no renovables en un gran número de ocasiones. La producción a pequeña escala de estos huertos urbanos limita su eficiencia y aumenta los costes.
En declaraciones recogidas por Eroski Consumer, el catedrático de Biotecnología de la Universitat Politècnica de València José Miguel Mulet, afirma: «Estamos hablando casi más de jardinería que de agricultura. Los huertos urbanos son un hobby, pueden venir bien para las ciudades, pero no son una solución alimentaria global, a pesar de lo que dicen algunos grupos ecologistas”, comenta. Añade que «si calculas la inversión en tiempo y dinero en el huerto y tuvieras que depender de lo que produce, habría que vender cada calabacín como si fuera tinta de impresora».
Asimismo, un problema adicional que se está pasando por alto es que no todos los suelos urbanos son aptos para huertos. «Ya ha habido problemas por poner huertos en lo que antes fueron suelos industriales y las verduras tenían unos niveles de contaminación por metales pesados muy preocupantes”, avisa el catedrático de biotecnología.
Productos que sí son más sostenibles
Ahora bien, el estudio identificó algunos casos en que los productos obtenidos en huertos de ciudad eran más sostenibles que los procedentes del campo, como es el caso de los tomates. Este producto generó menos carbono que los cultivados en invernadero. En el caso de los espárragos, no había diferencia en cuanto a emisión de CO2 entre los cultivados en huerto urbano y los que llegaban a destino transportados en avión.
Son ejemplos que indican, según los investigadores, que hay productos que sí pueden ser más sostenibles cultivados en la ciudad.
Algunos consejos para mejorar estos huertos, según la Universidad de Michigan, son:
1.- Prolongar la vida útil de los materiales e infraestructuras de los huertos para mejorar su eficiencia.
2.- Usar residuos urbanos como insumos, así como aprovechar agua de lluvia y reciclar aguas grises para el riego, además de reaprovechar residuos urbanos para construir los huertos.
3.- Maximizar los beneficios sociales de los huertos urbanos, como promover una mejora de la salud mental de sus encargados o fomentar una dieta saludable.
Estudio de referencia, en este enlace.
……………..
Contacto de la sección de Medio Ambiente: [email protected]