Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO, que asiste estos días en Barcelona a la Conferencia de los Océanos, ha inaugurado este miércoles en el CaixaForum Macaya el Centro Internacional de Ciencias Humanas y Sociales. En este marco, habla con El Periódico de Catalunya, del mismo grupo editorial, sobre la importancia de cambiar nuestra relación con la naturaleza, crear una economía más sostenible y luchar contra la crisis climática a través del arte y de la educación.
Barcelona acoge un importante debate sobre el presente y el futuro de los océanos. ¿Cuál es, en su opinión, el reto más urgente que necesitamos abordar en este aspecto?
Sabemos que el océano tiene un rol fundamental en cuestiones como, por ejemplo, la regulación del clima terrestre, el secuestro de carbono y la protección de la biodiversidad. También sabemos, gracias a las ciencias oceánicas, que ahora mismo el océano goza de mala salud. Por eso mismo, esta semana la UNESCO reúne a la comunidad internacional en Barcelona para hacer frente a un conjunto de desafíos que afectan al océano. El reto más importante es, justamente, entender cómo podemos proteger esos ecosistemas y, a su vez, seguir aprendiendo de ellos.
Hay mucho que hacer para salvar los océanos y aprender a relacionarnos con ellos de una forma más sostenible. ¿Por dónde empezaría usted a la hora de plantear soluciones?
Lo primero y más importante es dejar de destruirlos. Es decir, urge abandonar prácticas extremadamente nocivas como la sobrepesca o la contaminación de las aguas. Para eso necesitamos tener más áreas protegidas para los océanos. Y me refiero a áreas que estén verdaderamente protegidas. Esto nos permitirá seguir trabajando en proyectos científicos, educar sobre los océanos y poco a poco renovar nuestra relación con el planeta. Pero lo primero es dejar de destruirlos.
«Urge abandonar prácticas extremadamente nocivas como la sobrepesca o la contaminación de las aguas»
Ha afirmado usted que el «turismo excesivo» supone un peligro para el patrimonio natural. ¿Cree que necesitamos abrir un debate sobre el tema?
Creo que es absolutamente necesario preservar a largo plazo nuestro capital común y nuestro patrimonio, ya sea cultural o natural. En áreas protegidas por la UNESCO, como sitios del patrimonio mundial, reservas de biosfera, geoparques, recomendamos aplicar medidas para gestionar mejor los flujos de visitantes y, paralelamente, también asegurar que las actividades económicas que se desarrollan en estos territorios sean sostenibles. Para ello es fundamental consultar y confiar en las comunidades locales, y crear un modelo de desarrollo económico más sostenible y compatible con estas políticas de protección.
¿Cómo se encuentra ese equilibrio entre promover el turismo y a su vez salvaguardar espacios amenazados?
Hay muchos ejemplos. En Ruanda, por poner un caso, existe una reserva de la biosfera de la UNESCO diseñada, entre otras cosas, con un modelo turístico sostenible tanto para el ecosistema como las poblaciones locales. Gracias a esto se ha logrado proteger bosques importantes y revivir la población de grandes simios que anteriormente estaban en riesgo de extinción.
«Es fundamental crear un modelo de desarrollo económico más sostenible y compatible con estas políticas de protección»
Estamos muy acostumbrados a hablar de crisis climática a través de la voz de científicos y activistas. Pero usted también defiende el rol de la cultura en esta lucha. ¿Deberían los artistas hablar más de cambio climático?
Definitivamente sí. El arte tiene un papel fundamental a la hora de concienciar, crear emociones en el público y revelar la belleza del mundo en el que vivimos. La fotografía, los documentales y las artes visuales en general tienen un rol esencial para la protección de la naturaleza. Y gracias al cine, la literatura o las obras de ficción también tenemos una ventana para pensar en el futuro, reflexionar sobre nuestro legado y plantearnos en qué mundo queremos vivir.
«El arte tiene un papel fundamental a la hora de concienciar, crear emociones en el público y revelar la belleza del mundo en el que vivimos»
La educación es una parte fundamental de la lucha climática. ¿Incluiría la asignatura de ‘crisis climática’ en las escuelas?
Sin lugar a duda. El cambio climático se debería estudiar en todas las escuelas del mundo. En 2021 llevamos a cabo un estudio que demostró que las cuestiones ambientales estaban ausentes o mal abordadas en la mayoría de los currículums escolares del mundo. Es por eso que hemos desarrollado una guía para que nuestros Estados miembros incluyan en su sistema educativo conceptos específicos en relación, por ejemplo, a la relación con la naturaleza, la sostenibilidad, lo que llamamos alfabetización oceánica o el entorno climático.
¿Cómo se llevará a cabo esta iniciativa para introducir el cambio climático en los currículums escolares?
Ya estamos trabajando para desplegar este programa en más de 50 países con el apoyo de diferentes entidades educativas y de las mismas universidades, por ejemplo. Es fundamental que los planes de estudio del siglo XXI incluyan tanto el cambio climático como cuestiones como la alfabetización digital. Hablar de crisis climática en las escuelas es tan importante como que los niños sepan usar un ordenador.
«Hablar de crisis climática en las escuelas es tan importante como que los niños sepan usar un ordenador»
Ha inaugurado este miércoles en el Palau Macaya de Barcelona el Centro Internacional de Ciencias Humanas y Sociales, un espacio que nace con la intención de promover debates de este tipo. ¿Por qué considera importante la creación de estos entornos?
Es algo fundamental. El centro que hemos inaugurado, y creado en colaboración con la Fundación ‘la Caixa’, se unirá a las redes de la UNESCO y se convertirá en un centro internacional de ciencias humanas y sociales. Este tipo de iniciativas son esenciales para poder analizar el mundo en el que vivimos, los grandes avances y los grandes retos a los que nos enfrentamos a través del prisma de las ciencias sociales para crear conocimiento que nos permita apoyar las políticas públicas. Por ejemplo, para entender cómo podemos utilizar la inteligencia artificial para crear una sociedad más inclusiva y más justa.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos se ha pronunciado por primera vez contra un litigio climático y condenó a un país por no hacer lo suficiente. ¿Cuál es su opinión sobre este caso?
Uno de los grandes problemas de base es que en nuestras sociedades la naturaleza no ha sido dotada de personalidad jurídica o de derechos. Esto ha provocado que muy a menudo hemos destruido la naturaleza o dañado ecosistemas sin que en nuestro sistema normativo haya formas de repararlos. Ahora vemos que la justicia se está empezando a posicionarse ante este tipo de disputas y está haciendo valer los derechos del planeta. Esta no puede ser nuestra única forma de mejorar nuestra relación con el planeta pero es algo importante.
«La justicia se está empezando a posicionarse ante este tipo de disputas y está haciendo valer los derechos del planeta»
Hablar de crisis climática siempre deja con un sabor amargo. ¿Algún mensaje de esperanza para acabar?
Por supuesto. Hay mucha esperanza en la lucha climática porque el final de esta historia no está escrito. Es algo que vemos cuando, por ejemplo, creamos zonas naturales protegidas y vemos que los ecosistemas se recuperan rápidamente. La naturaleza es muy resiliente. Pero para ello necesitamos que todos nosotros, cada uno desde su escala de influencia, empiece a hacer algo. Y eso poco a poco produce un gran cambio. Los estados no son los únicos que deben actuar. Cada uno de nosotros puede añadir su granito de arena.