El pasado 1 de abril, un bombardeo del consulado iraní en Damasco provocó la muerte, entre otros, de Mohammad Reza Zahedi, un importante general de la Guardia Revolucionaria. Aunque Israel no lo reconoció abiertamente, se da por hecho que su aviación fue la que llevó a cabo el aesinato. El miedo a una guerra regional se disparó. Teherán advirtió de “la más dura” de las respuestas. Israel se prepara para ello: ha cerrado una treintena de embajadas y su población hace acopio de agua y comida por si se produce una escalada. Se sabe que habrá represalia. La pregunta es cuándo y, sobre todo, dónde.