Luis Enrique conoce muy bien los códigos de una rueda de prensa; las intenciones de los periodistas y las consecuencias de sus palabras. El asturiano domina el escenario y el relato. Sabe lo que quiere decir, y cómo decirlo, en comparecencias donde se respira una tensión más o menos latente. Quizás por eso sorprendió su respuesta, tan rotunda y firme, a la comparación con Xavi.