En una carrera tan dura como la París-Roubaix se suceden las caídas, por algo se la conoce como el ‘Infierno del Norte’, y la edición masculina que se celebró el pasado domingo no estuvo exenta de los percances.
En uno de ellos se vio involucrado el ciclista italiano Elia Viviani, que se dio un fuerte golpe y que tuvo que abandonar la carrera, tal como le había sucedido esta temporada en todas las clásicas belgas en las que había tomado parte con anterioridad: E3 Saxo Classic, Gent-Wevelgem, A Través de Flandes y el Tour de Flandes.
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El golpe fue de consideración. El primer examen médico realizado en el hospital informaba de que el corredor del Ineos no había salido tan mal parado como podría parecer tras la violencia de la carrera. «Los controles realizados en el hospital descartaron fracturas y al regresar a casa realicé otras pruebas con el equipo que evidenciaron una lesión en el músculo glúteo izquierdo y un gran hematoma, además de diversas abrasiones en el cuerpo. ¡La cabeza está bien!», decía desde su cuenta de X el propio corredor de Isola della Scala.
La cabeza está bien, pasé todos los controles médicos necesarios
Matizaba Elia que «otros controles destacaron una lesión muscular de la que podré recuperarme en unos días al igual que las distintas abrasiones en mi cuerpo. En cuanto a mi cabeza, pasé todos los controles necesarios y todo está bien», remarcando como señalaba él mismo, aunque parezca una obviedad que «puede parecer estúpido decirlo una y otra vez, pero el casco me salvó la vida. Reventó en el momento del impacto, asegurando que el impacto no llegara a mi cabeza ¡Gracias KASK (la marca de cascos que utiliza el Ineos)».
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