Terror, esa es la palabra que describe lo vivido en Ribera de Arriba en la noche de este lunes. Numerosos vecinos de la localidad fueron testigos de como un hombre sembró el terror en en la rotonda de Soto de Rey después de haberle cortado la cabeza a su padre, llegando a arrojarla contra los vehículos que circulaban por esa vía, mientras no paraba de reír.
«Se ha lanzado literalmente sobre el coche», dijo uno de los conductores, aún aterrado. Otra testigo fue más explícita: «Se puso delante de mí y me tiró la cabeza. Venía con la cabeza en la mano y además riéndose. Cuando pasé, me volví y le vi jugando como al balón con la cabeza. Debió tirársele encima a más gente. Algún coche pasó luego con la luna reventada», aseguró la testigo Arancha Lombas. «Menudo susto. Temí que se viniese detrás de mí. Llamé a la Guardia Civil y me dijeron que ya iban en camino y que me protegiese. Al final lo detuvieron», añadió.
Otro testigo, Jorge González, aseguró que, cuando el presunto homicida se le subió al coche, pegó «un acelerón para tirarlo a la calzada». «Iba cantando el ‘Cara al Sol’ a grito pelao», añadieron los testigos.
Otro afectado relató experiencias similares. «Estaba en el bar tomando una sidra. Y entra una persona conocida que había salido hace cinco minutos y dice: ‘Juaco (al dueño del bar) por favor déjame lavarme que vengo con sangre, una persona mató a otra y anda en la rotonda desnudo pegándole patadas a una cabeza. Y andaba por allí la Guardia Civil y les eché una mano para reducirle, pero me tiró la cabeza’». Los testigos quedaron totalmente demudados.
Los avisos de los conductores hablaban por sí mismos: «Chicos, no vengáis por Soto de Ribera. Hay un chifado sin camiseta y sangrando, se nos ha querido echar encima de todos los coches, viene la Guardia Civil. Está sin camiseta y saltando encima de todos los vehículos. Para que no vengáis por aquí».
En los primeros momentos trascendió que había más personas heridas en el incidente, aunque la Guardia Civil no ha informado de más implicados. La investigación ha quedado en manos de la Policía Científica del Instituto Armado.