Un estudio cifra en casi 1.800 millones de euros las inversiones necesarias en las carreteras secundarias, las más comunes en España, para salvar hasta 300 vidas al año y más de 800 heridos graves por siniestros de tráfico, un montante que tendría un retorno socieconómico en un plazo de entre 2 y 4 años.
El estudio de la Fundación MAPFRE y la Asociación Española de la Carretera, la investigación más detallada de los últimos años para cuantificar la inversión necesaria e identificar las iniciativas más urgentes para avanzar hacia el ‘Objetivo Cero’ con medidas de bajo coste.
«Aunque puede parecer una inversión muy alta, reducir al máximo el número de víctimas mortales y graves a coste cero no es realista», ha subrayado este martes Jesús Monclús, director de Prevención y Seguridad Vial de Fundación MAPFRE, durante la presentación del estudio en un acto que ha inaugurado el director general de Tráfico, Pere Navarro.
No invertir o invertir poco supone miles de tragedias al año: Alrededor de 1.000 víctimas mortales al año, el estancamiento del 1 % de reducción en el número total de fallecidos entre 2019 y 2023 y el aumento del 14 % de muertos en vías interurbanas desde el 1 de enero al 1 de abril respecto al mismo periodo de 2023.
Un reciente estudio de la Dirección General de Tráfico (DGT) y la Universidad de Murcia cifra en dos millones de euros el coste de evitar o prevenir un fallecimiento en un siniestro vial y en 354.630 euros en el caso de un herido grave.
El informe demuestra que, aunque las carreteras de alta capacidad (autovías y autopistas) son las que más tráfico soportan (65 % del total), alrededor del 50 % del total de siniestros tienen lugar en vías convencionales (un solo carril por cada sentido de circulación), que representan el 89 % de los kilómetros de la red viaria española.
El estudio distingue entre tres tipos de carreteras convencionales: la red principal (del Estado), la red intermedia (comunidades autónomas y diputaciones forales) y la red local (diputaciones provinciales, cabildos y consells).
La inversión cuantificada de 1.782 millones de euros para un total de 148.000 kilómetros se distribuiría en función del tipo de vía: 202,3 millones en la red principal (31.000 kms), 502,9 millones en la intermedia (42.000 kms) y 1.076 millones (75.000 kms).
«Redujimos la velocidad a 90 km/h en 10.000 km de carreteras secundarias y bajaron un 10% las muertes». «Hemos suprimido el poder superar en 20 km/hora la velocidad para adelantar y vamos a poner 88 redares nuevos, el 60% de tramo y la mayoría en carreteras secundarias. La carretera no es la causa de los accidentes, pero puede limitar las consecuencias», ha contado Navarro.
En un escenario óptimo, con niveles de siniestralidad similares, en poco más de dos años se recupera la inversión y en cuatro años en un escenario conservador, según el estudio.
En el primer escenario, los expertos estiman una reducción máxima del 32 % de los siniestros (16 % en el segundo escenario) y del 42 % tanto en víctimas mortales como en heridos hospitalizados (21 % en el escenario conservador).
El estudio destaca que las salidas de vía por la derecha y por la izquierda, así como el choque frontal y el fronto-lateral y los atropellos a peatones son los siniestros más frecuentes en este tipo de vías, por lo que las medidas propuestas van dirigidas a evitar este tipo de accidentes.
Para evitar salidas de vía por la derecha, propone medidas de bajo coste como la instalación de barreras de seguridad, especialmente para reforzar la seguridad de los motoristas, que podría reducir hasta el 47 % de las lesiones.
También destacan las guías sonoras longitudinales, que contribuirían a reducir hasta el 21 % de las lesiones, así como captafaros reflectantes, también denominados «ojos de gato», elementos clave para mejorar la visibilidad de los conductores y que podría bajar la siniestralidad un 37 %.
El uso de pavimiento antideslizante en curvas o en intersecciones, más líneas sonoras de borde y más balizas o cebreados en los arcenes son otras de las medidas propuestas.
Para reducir los atropellos a peatones un 60 % se debería reforzar la iluminación en los tramos próximos a las vías urbanas, así como incorporar sendas peatonales y arcenes o espacios compartidos para viandantes, según indica el estudio.
Sugiere, además, otras iniciativas dirigidas a disminuir los siniestros en los que están implicados ciclistas, como seguir reforzando la señalización que permita advertir de su presencia, tanto fija como dinámica, la red de rutas ciclistas seguras y utilizar pinturas antideslizantes.