Sostiene Pep Guardiola que “si no hay una secuencia de 15 pases previos es imposible realizar bien la transición entre ataque y defensa. Imposible. Lo importante no es tener el balón, ni pasárselo muchas veces, sino hacerlo con una intención”. Entiende que esa es la mejor forma para desordenar a un rival. Algo que su City ejemplificó en el partido de vuelta de la semifinal de la Champions del año pasado en el Etihad ante el Real Madrid (4-0), con fases de juego del 70% de posesión en la primera mitad. Pero entonces tenía a Gundogan, a Mahrez y a un Grealish en estado de gracia. El alemán se fue al Barça, el argelino a Arabia Saudí y el inglés lleva toda la temporada desaparecido.
Un City más impaciente sin Gundogan ni Mahrez
Este año el City ni siquiera parece un equipo de Guardiola. Doku no tiene nada que ver con Mahrez y Kovacic está muy lejos de aportar en el medio las soluciones que ofrecía Gundogan o acercarse al área como lo hacía Ilkay. Son jugadores diferentes y el equipo se resiente. El City 2024 tiene futbolistas más directos, lo que provoca más pérdidas de balón. Y la gran diferencia respecto al año pasado es que han perdido su facilidad para recuperar la pelota tras pérdida. Son menos compactos como bloque defensivo y eso les convierte en un equipo más vulnerable. Hasta el punto de ser el segundo de la Premier que más goles concede en contraataque por detrás del Crystal Palace. Algo que teniendo enfrente al Real Madrid de Ancelotti no es una buena noticia.
El año pasado Guardiola preparó con paciencia cada detalle táctico ante los blancos. Era su momento. Después de caer derrotados la temporada anterior en el Bernabéu con la deslumbrante irrupción de Rodrygo, el de Santpedor planeó minuciosamente la eliminatoria. “En la ida decidí poner un interior más atrás y en este partido hemos decidido ponerlo más adelante. Eso nos ha dado más fluidez”, confesó en sala de prensa tras el 4-0. Pep dispuso en el Etihad un 3-2-4-1 con Stones en el mediocampo junto a Rodri, desatando a De Bruyne y a Gundogan, que presionaron más arriba y se acercaron más a Haaland. Además, Grealish y Bernardo Silva se fueron a la cal para darle al City amplitud y generar superioridad por fuera ante los laterales del Madrid, con Carvajal y Camavinga constantemente expuestos a situaciones de dos contra uno.
Los periodistas, sentados a escasos veinte metros de Guardiola en el Etihad, fuimos testigos de ello, con Pep insistiendo a De Bruyne que cayera a la derecha y a Walker que subiera para atacar a un Camavinga superado porque Modric y Kroos llegaban tarde a la ayuda. De hecho, el naufragio comenzó con una subida del lateral inglés que sacó a Camavinga del sitio, Stones fijó a Vincius y De Bruyne filtró un pase a la espalda de la zaga que no cerraron Luka ni Toni, dejando solo a Bernardo Silva para abrir el marcador. Un gol de pizarra.
Pero este año sin Gundogan, Mahrez o Grealish, el equipo equipo es más vertical y más vulnerable. Este City depende mucho del estado de forma del hombre que debe coronar su juego de ataque: Haaland. El noruego, además, no es el de la pasada temporada. Erling no es Gabriel Jesus ni tan siquiera Agüero a la hora de presionar la salida de balón del rival, la mayor seña de identidad táctica del City de Guardiola, junto a la posesión. Haaland rompe esa unidad del bloque defensivo y se desentiende convirtiéndose en un jugador transparente.
Sin embargo, lo realmente inquietante es su irrelevancia goleadora en los partidos “grandes”. El Manchester City solo ha ganado un encuentro de los siete que ha jugado ante los cinco primeros de la Premier y se ha quedado a cero en tres de esos encuentros (los dos del Arsenal y el del Villa). Además, encajó goles en seis, todos salvo ante los ‘gunners’ en el Etihad. Y si se pone el foco en Haaland, el colapso es aún más inquietante: sólo marcó al Liverpool, en el Etihad en noviembre. Klopp, Arteta, Postecoglou, Emery y Pochettino atascaron en la pizarra a los de Guardiola, que pese a todo sólo ha sufrido una derrota…
El propio Pep apuntaba con ironía una solución para superar este bache tras el reciente empate sin goles ante el Arsenal: “Defendieron bien, compactos y tuvieron muchos jugadores rodeando a Erling. Lo intentamos. ¿Cuál es la solución jugando contra un rival con un bloque tan bajo? ¿Matar a alguien, tal vez?”.
En ese partido dispararon una vez a puerta, antes de la media hora. Durante la hora siguiente, nada de nada. Algo impropio de un equipo de Guardiola porque era la primera vez en 57 partidos que se quedaba sin marcar en casa. La última vez fue ante el Sporting en los octavos de la Champions en 2022 (0-0), y en la Premier había que irse hasta 2021 contra el Crystal Palace (0-2).
«Ruido en la jaula» de Haaland
A esto se suma que en Inglaterra comienza a extenderse el rumor de que Haaland se va de los partidos cuando los rivales entran en su cabeza. Algo parecido a lo que le ocurre a Vinicius. Ante el Arsenal Gabriel y William Saliba no dejaron de hablarle y buscarle las vueltas, especialmente tras dejarse caer en el área buscando un penalti. “Hacían ruido en su jaula cada vez que recibía el balón. Hay muchos centrales que han aprendido mucho de la mentalidad de Haaland en ese partido”, apuntaba The Guardian.
Haaland es un caníbal con balones por delante, apareciendo en los espacios a las pelotas que le filtran a la espalda de las defensas. Así llegaron cuatro de sus cinco goles en Luton. De Bruyne se disfraza de quaterback y despliega este juego vertical que está exhibiendo esta temporada el City. Por eso el noruego es indispensable en este modelo, porque él es quien lo mejora, quien le saca brillo y son sus goles lo que justifican la evolución del sistema de Guardiola. Haaland es la razón de ser de esta apuesta final de un Pep que dejará el City a final de la próxima temporada. Haaland es la solución y al tiempo es el problema.