Las calles de las principales ciudades de Israel vuelven a llenarse cada fin de semana. Medio año después de su día más trágico, aquel 7 de octubre en que milicianos de Hamás arrasaron con 1.139 civiles de las comunidades fronterizas con Gaza en el sur del país, las avenidas están a rebosar de gente. Parece que el tiempo no haya pasado. El escenario es prácticamente idéntico al de hace seis meses. El único recordatorio de aquella masacre son los centenares de rostros repetidos en carteles pegados en farolas, paredes y bancos. Son los rostros de los 134 cautivos israelíes que aún siguen secuestrados en el enclave palestino. Pero la rabia, el fastidio y la presencia sigue siendo la misma. Tras seis meses de guerra, la sociedad israelí vuelve a estar harta.