El Gobierno ucraniano está renovando una campaña de lobby en Europa, con una pata principal en España, para intentar que Alemania –y después el resto de apoyos occidentales– abra la mano a una cesión de misiles de precisión Taurus. Es el medio de ataque aéreo más potente en el arsenal español, y uno de los más avanzados del mundo.
La petición ucraniana, todavía sin éxito, se renovó en diciembre pasado –después de una primer intento infructuoso en mayo de 2023– y de nuevo en este mes de marzo, confirman fuentes militares. El argumento nuevamente es la defensa y no el ataque, si bien se trataría de «una defensa mediante el ataque«, explican con esa matización las fuentes consultadas.
Sometido a una crítica escasez de municiones en tierra, y mientras no llegan más proyectiles de 155 milímetros con los que equilibrar el poder artillero ruso, el Ejército ucraniano quiere tener la posibilidad de atacar con estos misiles almacenes de munición del Ejército de Putin. Su objetivo manifiesto sería intentar reducir el riesgo de nuevas oleadas artilleras como las que contribuyeron a que las fuerzas de defensa ucranianas tuvieran que retirarse del enclave de Avdiivka, en febrero pasado.
La última vez que Kiev ha renovado su petición al Gobierno español ha tenido lugar a finales de marzo, cuando el presidente del Congreso Mundial Ucraniano, Paul Grod, se vio en Madrid con el director general de Política de Defensa, el general Fernando López del Pozo. Al tiempo, trascendían presiones del Gobierno británico al alemán para que acceda a una entrega a Kiev.
Vuelo inteligente
El KEPD-350 Taurus es un misil de crucero con capacidad de alcanzar objetivos a 500 kilómetros de distancia. Entre otras ventajas que reúne, este misil puede cubrir esa distancia volando a 35 metros de altura, eludiendo así la vigilancia de los radares rusos.
El misil es creación de una alianza entre la firma misilística alemana MBDA y la fabricante sueca Saab. El nombre del arma responde a las siglas Target Adaptive Unitary Dispenser Robotic Ubiquity System. Ese sistema consiste no solo en un vuelo robótico capaz de adaptarse a los desniveles del terreno y tener en cuenta la posición de las defensas antiaéreas enemigas incluso sin sistema GPS, tiene además una cabeza explosiva de 500 kilos, Mephisto, de doble etapa: abre un agujero con una primera explosión y penetra profundamente en busca de búnkeres enterrados para la explosión principal.
Cada uno de esos misiles cuesta 1,3 millones de euros, según el precio pagado por España en 2010 para la compra de 43 unidades con las que equipar a los cazas Eurofighter y F-18A del Ejército del Aire y del Espacio.
De momento solo constan oficialmente entregas de esta arma a las fuerzas aéreas de Alemania, España y Corea del Sur. Ninguno de los países clientes pueden comercializar o ceder unidades sin permiso previo alemán.
Prudencia
Las fuentes consultadas descartan que «de momento» el misil Taurus vaya a ir incluido en las «nuevas capacidades» de ayuda militar que Pedro Sánchez prometió al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, el pasado 24 de marzo. Entre otras razones, porque Alemania ha de dar antes su anuencia.
En entrevista concedida a El Periódico, del mismo grupo editorial, Paul Grod afirmó que España podía favorecer la petición ucraniana: «Ustedes tienen misiles Taurus… Se necesita el visto bueno de Alemania, pero recuerde que fue España la que primero animó a entregar carros Leopard, y movió a Alemania…», dijo.
La petición inicial de Kiev, en mayo del año pasado, fue de un centenar de unidades. La insistencia ucraniana en pedir los Taurus va a cumplir un año como asunto de conversación en el Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania, también llamado Grupo Ramstein.
El ruego de Kiev, cada vez más acuciante, ha provocado ya tres votaciones en el Parlamento alemán, una por cada mes transcurrido de este año. En el Bundestag, la moción, sostenida por liberales y cristianodemócratas, ha sido rechazada las tres veces, principalmente por el SPD. El canciller alemán, Olaf Scholz, insiste en una posición que califica de «prudente» en su negativa a ceder al país invadido por Rusia no un sistema de defensa antiaérea, sino un misil de empleo en acciones ofensivas de gran magnitud.
El fondo de la discusión es similar al de la que en su día se suscitó sobre la cesión de carros de combate Leopard, de patente alemana, pero en este caso va más allá. Una vez más, se trata del dilema de proporcionar al Ejército ucraniano cohetes con los que podría alcanzar el territorio de Rusia.
No obstante, la prudencia de Scholz contrasta con la proactividad del Reino Unido y de Francia, que han suministrado, respectivamente, misiles Storm Shadow y SCALP a Kiev, según desveló en su día el anterior ministro de Defensa ucraniano, Oleksii Reznikov. Son también misiles de crucero, capaces igualmente de volar buscando su objetivo, si bien con alcance de aproximadamente la mitad de kilómetros que el Taurus y menor potencia explosiva.
Misiles españoles
España hasta el momento –y que haya trascendido del espeso silencio que Defensa mantiene sobre su ayuda militar a Kiev–, solo ha pasado a Ucrania cohetes de defensa antiaérea, los Nasams, Aspide, y Hawk, además de misiles Harpoon de guerra naval, cohetes antitanque ATGM –según desveló el propio Gobierno ucraniano– y una cierta disponibilidad no concretada para ayudar en la compra o dotación de baterías Patriot.
Ninguno de estos sistemas es comparable al Taurus. Se trata de un arma que, lanzada desde Barcelona, alcanzaría objetivos en Madrid, Bilbao o Cartagena. Pero es su aplicación al teatro de operaciones ucraniano lo que interesa. Puesto en vuelo por un caza a la altura de Jersón, el misil alcanzaría, por ejemplo, el puente ruso sobre el estrecho del Kerch, el itsmo de hormigón y acero que, entre el mar de Azov y el mar Negro, une a Rusia con la península de Crimea, el pedazo de territorio ucraniano más preciado para Moscú.
El puente ha sido objetivo de ataques importantes de Ucrania en dos ocasiones (octubre de 2022 y julio de 2023) sin que Rusia haya perdido esa línea de suministro vital para su invasión. Hasta ahora, una destrucción de ese puente sería considerado por los apoyos occidentales de Ucrania como un punto de no retorno que llevaría a una peligrosa escalada en la guerra.
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