La expresión “minutos basura” que se utiliza en el baloncesto para definir el tiempo en el que ya está todo decidido puede ser utilizada, aunque con un sentido diferente, para definir los días que le esperan a la política española al menos hasta la noche del 9 de junio, cuando se cierren las urnas de las elecciones europeas.
Serán días de intercambio de basura entre los dos principales partidos y, en medio de ese lodo, se vive la parálisis por la imposibilidad de cerrar acuerdos para sacar adelante iniciativas.
Fuentes del PSOE y del PP coinciden en admitir esa situación que se explica por los tres procesos electorales en País Vasco, Cataluña y europeas. Sobre todo estas últimas que, según explican estas fuentes, exigen una intensa actividad para movilizar y tensionar a los electorados de cada uno de los partidos.
Por parte del PSOE, se explica que el proceso electoral con mayores consecuencias reales en la marcha de la legislatura es el de Cataluña, porque involucra a dos socios preferentes de Pedro Sánchez, Junts y ERC, y, además, se pone a prueba la estrategia basada en la reconciliación y diálogo materializada en la ley de amnistía.
Pero entienden los socialistas que el resultado de las europeas sí tendrá un enorme efecto político. Son una especie de macroencuesta real de situación para medir el respaldo de cada partido en todo el país. Puede mostrar gran desgaste del Gobierno y pérdida de apoyo a sus propuestas o, por el contrario, cuestionar la estrategia dura de oposición.
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El resultado es importante porque si en algún momento Sánchez tuviera la tentación de poner fin a la legislatura por la dificultad para alcanzar acuerdos con sus socios, especialmente los independentistas catalanes, no parece probable que lo hiciera constatando un pésimo resultado en las europeas. Celebrar generales tras un desastre el 9 de junio sería elevar a la enésima potencia el riesgo que asumió Sánchez tras la debacle de las municipales y autonómicas de mayo de 2023.
Por el momento, Moncloa maneja estudios que sitúan la ventaja del PP en siete puntos para unas elecciones que generalmente suelen ser más complicadas para los partidos que gobiernan. Lo suelen ser porque como no tienen una traslación directa en la formación de gobiernos, es difícil llevar a los votantes desencantados a las urnas y no es fácil usar efectos como el del voto útil o el miedo a la ultraderecha, que tanto le sirvieron a Sánchez en las últimas generales.
Sale gratis castigar a los gobiernos en elecciones europeas y hay que motivar a los ciudadanos para que vayan a las urnas. Además de que el sistema de circunscripción única penaliza al PSOE.
Por eso, los socialistas explican que necesitan mantener la tensión electoral, y por eso incrementarán la presión para responder a los duros ataques del PP y para denunciar decisiones de gobiernos autonómicos con coaliciones del PP y Vox en busca de esa movilización.
También incidirán en asuntos como la Memoria democrática, ayudado por los anuncios de “leyes de concordia” en varias comunidades. Sánchez ha iniciado el viaje electoral cogiendo al vuelo esas iniciativas. De nuevo, Vox le brinda a Sánchez una plataforma de despegue electoral.
Caída de Sumar
Los socialistas detectan una caída de Sumar y entienden que a los de Yolanda Díaz les va a resultar muy complicado tener un resultado aceptable en las europeas, tras el fracaso en Galicia y las malas perspectivas en País Vasco y Cataluña. Este es otro elemento que complicaría la posibilidad de elecciones generales inminentes.
Respecto al PP, su reto también es mantener la tensión y convencer al electorado de que las europeas “sirven para demoler el sanchismo”, según expresión de uno de sus dirigentes.
Debe lograr que los potenciales votantes del PP entiendan que son elecciones trascendentes y, por supuesto, que la experiencia de las generales muestra que sólo los de Alberto Núñez Feijóo pueden acabar con Pedro Sánchez.
Por eso se aplican en el discurso duro y por eso de aquí a las europeas los instrumentos de PSOE y PP serán las comisiones de investigación en el Congreso y en el Senado para generar ruido, para movilizar y para desgastar al adversario. Y no sólo los dos grandes partidos, porque ERC y Junts también quieren que Salvador Illa, cabeza de lista del PSC y favorito para las catalanas, comparezca en las comisiones sobre la compra de mascarillas durante la pandemia.
Ninguno de los dos partidos sabe exactamente hasta dónde llegará la escalada. Por el momento, se reservan bombas atómicas como la comparecencia de Begoña Gómez, esposa de Sánchez, o del propio Feijóo, a la espera del movimiento del otro. También para acercar en lo posible los momentos de máxima tensión a las elecciones europeas de junio.
El PP también cuenta con el efecto de la tramitación de la ley de amnistía. De hecho, han maniobrado en el Senado para que su entrada en vigor coincida con el inicio de la campaña de las europeas.
Ese clima político inundado por el lodo se visualizará de nuevo el miércoles en el Pleno del Congreso cuando Sánchez comparezca con el teórico objetivo de dar cuenta de la última cumbre europea.
Parálisis legislativa
Ese escenario electoral y ese clima provocan además la parálisis política, aunque Moncloa se esfuerce en dar impresión de actividad.
De hecho, los socios del Gobierno han sido avisados de esa tregua legislativa, más allá de lo que sea imprescindible. María Jesús Montero, vicepresidenta y ministra de Hacienda, ya dijo que no había “ambiente” para sacar adelante los Presupuestos para 2024.
El Gobierno también ha suspendido las mesas de negociación con ERC y Junts hasta después de las europeas de junio.
Lo que sí puede hacer el Gobierno, y de hecho hace, es aprobar proyectos de ley en el Consejo de Ministros y enviarlos al Parlamento. Otra cosa es si luego quedan paralizados en las Cámaras con sucesivas ampliaciones de plazos de enmiendas.
También puede, y de hecho lo hará, incidir en la estrategia que usó hasta ahora antes de todas las elecciones de anunciar o aprobar acuerdos en Consejo de Ministros que supongan medidas sociales o de cierta rentabilidad electoral y política.
El mayor activo del Gobierno, según explica el PSOE, es la gestión económica y los correspondientes datos, empezando por los de empleo. Su voluntad es intentar explotar este mensaje, aunque admiten la dificultad para abrirse camino entre el ruido, el lodo y el intercambio de basura.
El ejemplo que aportan es el del dato de afiliación a la Seguridad Social conocido esta semana y el escaso eco que, según dicen, ha tenido en los medios.