El president Pere Aragonès presentó el martes su propuesta jurídica para celebrar un referéndum de independencia acordado con el Gobierno y dentro de la Constitución. Más allá de ser una propuesta electoral -y electoralista, según sus rivales-, la decisión es de calado si se analiza la trayectoria de la ERC de Oriol Junqueras. En primer lugar, porque consolida su apuesta por la vía pactada y relega aún un poco más la vía unilateral que defendió hasta el 2017. En segundo lugar, porque el partido se ‘instala’, quien sabe si definitivamente, en Escocia como referente vital para encontrar una salida al ‘procés’. Los republicanos no siempre tuvieron el caso escocés como espejo en el que mirarse. Sin ir más lejos, hasta no hace tanto defendieron el precedente de Montenegro. Y en el pasado, incluso la unilateralidad de Kosovo.
Aragonès presentó su propuesta de referéndum acordado a través de un informe firmado por el Institut d’Estudis de l’Autogovern (IEA). En ese documento, de 37 páginas, hay más de una treintena de referencias al plebiscito escocés de 2014 como ejemplo de «diálogo» entre las partes y de respeto al «principio democrático». Solo hay otro caso citado al mismo nivel, el quebequés, que también derivó en sendas consultas acordadas. «Hay que poner la atención en los casos del Reino Unido, por lo que hace referencia a Escocia, y del Canadá, por lo que hace referencia al Quebec. […] Son exponentes de Estados liberales democráticos que han afrontado demandas de secesión de comunidades territoriales», reseña el informe. En cambio, se diluyen los ejemplos que en otros tiempos formularon los republicanos.
También hay otro detalle importante en el informe, que ha pasado más inadvertido, y que es clave para constatar el posibilismo en el que ERC ya lleva tiempo instalada. Para intentar sortear las trabas de los poderes del Estado, Aragonès plantea que el referéndum sea solo consultivo y no vinculante. Es decir, que en caso de ganar el ‘sí’ a la independencia, no se implementaría de forma automática. Según el documento, una victoria del ‘sí’ lo que haría es «simplemente» abrir «las puertas a una negociación de buena fe» entre las partes. «El referéndum tendría que servir para conocer […] la aspiración real de la ciudadanía catalana respeto al futuro político de Catalunya, aunque no conduciría de forma inmediata a la implementación de sus resultados».
Lo que en definitiva plantea el informe de la Generalitat, aunque el hecho de estar en campaña electoral lo emborrone, es la enésima hoja de ruta del soberanismo para lograr el referéndum. No es la primera vez que desde el Govern se plantea hacerlo dentro de la Constitución -lo hizo por primera vez en 2013-, pero sí la primera que Aragonès lo formula formalmente como president. ¿Por qué esta ocasión tendría que ser la buena? Según el president, porque esta vez, a diferencia de hace 10 años, el «contexto político» es diferente. Se refiere a que ahora no hay un PP con mayoría absoluta como en 2013, sino un PSOE necesitado de los votos de ERC -y de Junts- para tener una cierta estabilidad en el Congreso. Una situación de la que el independentismo ya se ha aprovechado para conseguir la amnistía.
El fin de la vuelta al mundo
En los casi trece años que el tándem Junqueras-Rovira lleva liderando ERC, el partido ha hecho casi una vuelta al mundo buscando referentes en los que reflejar el ‘procés’ y encontrar una salida a la situación de bloqueo actual. A los casos de Escocia y Quebec, hay que sumar las veces que en el pasado ERC ha buscado paralelismos con Flandes, Euskadi, Montenegro, Kosovo, Irlanda e Irlanda del Norte. Así se desprende de la siete ponencias estratégicas que el partido ha venido presentando y aprobando en este período (2011-2024).
El informe de este martes del Institut d’Estudis de l’Autogovern también supone, de forma indirecta, una enmienda a las hojas de ruta anteriores de los republicanos. No hace tanto, en diciembre de 2022, una ponencia de ERC proponía como referente el plebiscito de Montenegro de 2006. Allí se planteó que, para que pudiera separarse de Serbia con un referéndum que fuera válido, tenía que superar un umbral del 50% por ciento de participación y un 55% por ciento de partidarios del ‘sí’. De hecho, la vía montenegrina sigue siendo la hoja de ruta vigente de ERC aprobada en un congreso de enero del 2023.
En cambio, el martes, el informe de Aragonès consideró que no era oportuno establecer estos quorums mínimos porque beneficia a los contrarios a la secesión: «Puede impulsar la abstención de los opositores [a la independencia] para evitar el triunfo de los partidarios del proyecto consultado». Si el referente de Montenegro se da por superado, aún queda más lejos la apuesta de ERC por imitar el caso de Kosovo. En 2013, los republicanos aún citaban la declaración unilateral de independencia kosovar como vía a seguir si había un «rechazo permanente del Gobierno español al referéndum». Todo aquello, sin embargo, ya es historia y la unilateralidad también.
Ahora, Escocia es el camino. El mes pasado, el ministro principal escocés, Humza Yousaf, dijo: «No me planteo una vía unilateral. El referéndum de independencia deber ser legal». Aunque no pueda utilizar las mismas palabras -para no herir susceptibilidades de una parte del independentismo-, eso es exactamente lo que ha venido a decir Aragonès esta semana con su informe.
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