«La verdad es solo una, fue una equivocación haber aceptado en calidad de préstamo esos relojes«. La presidenta provisional de Perú, Dina Boluarte, dio una pirueta retórica tras presentarse ante la fiscalía en el marco de la investigación sobre el origen de los relojes de alta gama que utilizaba, entre ellos un portentoso Rolex, y joyas valoradas en 500.000 dólares. En su momento de mayor debilidad política, y con una imagen que nunca ha pasado los 10 puntos de aprobación, Boluarte le restó importancia a los objetos que, dijo, se los había prestado generosamente Wilfredo Oscorima, el gobernador regional de Ayacucho. «Como esos relojes no son de mi propiedad, no estaba obligada a declararlos», explicó a la prensa tras prestar declaración.
La mandataria interina aseguró a su vez que parte de la relojería que exhibía en sus presentaciones públicas era falsa o una simple baratija. «¿Dijeron que usaba Cartier? Esta es la pulsera bisutería fina y la uso en forma pública y transparente. Hablaron también de un juego de collar y unos pendientes con perlas cultivadas de 70.000 dólares. Totalmente falso». Lo más sorprendente de su explicación fue su reconocimiento de que se había «olvidado» de devolverle los relojes a su amigo y por eso permanecieron «en esa cartuchera».
César Hildebrandt, un filoso analista político no dudó en hablar de una «nueva patraña» de Boluarte. «Pretende ahora decir que tiene una relación especial con Wilfredo Oscorima y que este le prestó el reloj Rolex de 18.250 dólares que se empeñó en lucir. Se atrevería a añadir que ya se lo devolvió y está convencida de que este nuevo cuento será asumido por la Fiscalía. Si el Congreso no fuera la pandilla que es, hace días que la presidenta habría sido vacada (destituida)».
A otros analistas no les pasó una ironía de la historia. Boluarte se presentó ante la fiscalía 32 años después de que Alberto Fujimori cerrara el Congreso. El autogolpe del 5 de abril de 1992 supuso el comienzo de un periodo autocrático que terminó ocho años más tarde y supuso una condena a prisión perpetua para «el Chino» por violaciones a los derechos humanos. El fujimorismo es, tres décadas más tarde, uno de los sostenes de Boluarte, quien calificó de «tendenciosas» las informaciones publicadas en los medios de comunicación sobre la cuantiosa relojería. La mandataria provisional aseguró haber respondido durante cinco horas «todas las preguntas» planteadas por la fiscalía en el marco de una causa por presunto enriquecimiento ilícito.
El «amigo» gobernador
Boluarte agradeció a Oscorima no solo su calidad de prestamista de los relojes sino el hecho de haberse parado «firme» cuando «Perú ardía en diciembre de 2022 y enero y febrero de 2023». Las protestas sociales reclamaban la dimisión de la presidenta y los congresistas y el llamado a nuevas elecciones. Murieron decenas de personas, la mayoría en manos de la policía, como denunció la propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). En virtud de ese respaldo en los momentos críticos le guarda al gobernador «gratitud y cariño».
Oscorima también fue interrogado por la fiscalía, pero se abstuvo de responder a las preguntas. Su abogado, Humberto Abanto, dijo que el Ministerio Público lo había citado para «incriminarlo» e incluirlo en la investigación. » Cuando se hagan las cosas como son debidas, nosotros responderemos».
Una nube de sospechas flotaba este viernes en el cielo limeño. Rosa María Palacios, la conductora del programa Sin guión aseguró que «nadie se cree el cuento» contado por Boluarte ante la autoridad judicial. «¿Ustedes conocen a alguien quien preste relojes Rolex? ¿No es un artículo de uso personal? Si fuera un poncho porque hacía frío o un sombrero porque había mucho sol o un paraguas porque estaba lloviendo, eso sí se lo puede entender. Pero, sacarte un Rolex y ponérselo en otra muñeca ¿Eso es verosímil?».
Diana Seminario, columnista del diario ‘El Comercio’ sostuvo que la posición asumida por la mandataria interina pone en riesgo la estabilidad del país «y no nos permite avanzar». La situación, añadió, «se agrava» porque las reacciones de Boluarte no están a la altura de las circunstancias.