Cabe consignar de inmediato que no todos los españoles que odian a Puigdemont simpatizan con Trump. Sin embargo, puede asegurarse sin demasiado estrépito que todos los entusiastas transpirenaicos del expresidente estadounidense abominan del expresidente catalán. Se da la circunstancia de que ambos gobernantes han sido formalmente acusados de golpismo en sus países respectivos, y cuesta sentenciar que los jueces americanos son más frívolos que los españoles a la hora de sustanciar una imputación de tal gravedad.