Conservo los teléfonos de amigos o conocidos que ya han fallecido. Cuando tal cosa ocurre no me atrevo a eliminarlos. Nadie nos ha dicho cuál es el momento oportuno para hacerlo: si transcurridos unos días después del óbito o cuando hemos dado un plazo preceptivo al luto. Las fases del duelo son cinco (o siete, según la ciencia que las dicte) y la prolongación de éstas carece de duración predeterminada, va a criterio del doliente. Conservar en la agenda el teléfono de un amigo o de un familiar que ya no está entre nosotros es algo serio. Uno no borra el móvil de un ser querido como quien deja de desear feliz año pasada la fiesta de Reyes.