Los arroceros de la marisma del Guadalquivir podrán cultivar este año, algo que no pudieron hacer en 2023 debido a la falta de agua provocada por una sequía persistente. Esta situación supuso pérdidas de más de 700 millones de euros y 5.000 empleos en la pasada campaña, según las estimaciones de la Federación de Arroceros de Sevilla.
Para este 2024, temían lo peor: otra campaña en blanco. Contra todo pronóstico, tras el paso de la Borrasca Nelson, las cosas se ven desde un prisma bien diferente. Si hace apenas un mes poner en marcha sus cultivos era prácticamente una fantasía, ahora los arroceros piensan ya en preparar la tierra para sembrar: la alegría está presente es sus palabras y ha arramplado con todo el pesimismo de principios de año.
«La mirada de la gente es otra»
«La mirada de la gente este lunes es otra; de los rostros pesimistas hemos pasado a la esperanza». El que habla es el alcalde de Isla Mayor, Juan Molero, quien asegura que las últimas lluvias han sido «como agua bendita para el pueblo».
«Por fin se abre algo de luz al final del túnel», añade optimista el primer edil de este municipio de la marisma sevillana, que espera ver «toda Isla Mayor sembrada de arroz este año».
En cualquier caso, reconoce que ahora «queda por hacer el trabajo más duro», el de arar la tierra y prepararlo todo para la siembre. «Pero los arroceros saben hacerlo perfectamente», reconoce tranquilo.
Un 37% en los embalses de regulación general
En estos momentos, a fecha 1 de abril, los embalses del sistema de regulación general –estos son de los que se sacan las dotaciones para el regadío-, se encuentran al 37% de su capacidad. Hace apenas 40 días, cuando se reunió la primera Comisión de Desembalse de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), este Sistema de Regulación General (SRG) presentaba un 21,9 % de llenado. Por tanto, 15 puntos de subida en apenas mes y medio.
El 50% de la siembra, garantizada
«Es una muy buena señal», destaca por su parte el director gerente de la Federación de Arroceros de Sevilla, Eduardo Vera. Con esta situación, explica, se garantiza como mínimo el 50% de la siembra de la superficie de arroz este año y se muestra «esperanzado» en que el nivel del agua siga subiendo, ya que la siembra no se inicia hasta mayo o junio.
«Ojalá la dotación pueda superar ese 50%», anhela Vera, quien explica que los arroceros tienen que llevar a cabo ahora una labor de preparación de la tierra. Todo ello supondría la recuperación del empleo, unos 5.000 puestos de trabajo que el año pasado quedaron en el aire.
«Hasta que no se seque no podemos iniciar estos trabajos que en otros años ya hubiésemos realizado para comenzar a sembrar, aunque con el horizonte que se nos presentaba, muy similar al del año anterior y en blanco, se había paralizado todo», asegura.
Para saber en qué quedará esa cifra tendrán que esperar a la próxima reunión de la Comisión de Desembalse, prevista, según fuentes de la Confederación Hidrográfica de Andalucía (CHG), a finales de este mes de abril.
«Para los arroceros el coste de la campaña es prácticamente el mismo sembrando el 50% que el 100%, de ahí que aspiremos a lo máximo», reconoce Vera.
Infraestructuras necesarias
El alcalde de Isla Mayor hace hincapié en que estas lluvias no pueden hacer a las administraciones apartar la vista de las infraestructuras necesarias para garantizar la siembra todos los años. «No puede ser que como ha llovido me olvido porque estamos en un momento de vacas gordas», advierte Molero.
En este sentido, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir anunció a principios de año la licitación de la redacción de los proyectos de cinco actuaciones -que cuentan con una inversión de 240 millones de euros– que repercutirán directamente en el cultivo del arroz por parte del Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, así como la licitación de una obra enfocada a la rehabilitación del tramo origen del Canal del Bajo Guadalquivir.
Las previsiones que baraja la CHG apuntan a que estas obras estén finalizadas en unos cinco años, es decir, en 2029. Estas intervenciones permitirán transportar agua procedente de la presa de Peñaflor (Sevilla) a la zona arrocera de las marismas a través del recrecido del Canal del Bajo Guadalquivir para aumentar su capacidad de transporte desde esa presa. Además, se acometerán nuevos canales de distribución de la zona arrocera de la margen derecha.
Esto permitirá que el agua llegue con una salinidad bastante inferior a la procedente de la desembocadura del río. Hay que tener en cuenta que, hasta Alcalá del Río, las mareas afectan a dicha salinidad del Río Guadalquivir y, por tanto, a los cultivos.