El PP sigue sin desvelar la lista de comparecientes que llevará a la comisión de investigación sobre el caso Koldo en el Senado. Es la herramienta política más potente con la que cuenta porque con su mayoría absoluta contrarresta la incapacidad que tiene en el Congreso, donde se impone la suma del PSOE y sus socios. Alberto Núñez Feijóo siempre tuvo claro que convertiría la Cámara Alta en su núcleo central de oposición, por mucho que los grandes debates siempre suenen más en la Carrera de San Jerónimo.
El estallido de la trama de compra de material sanitario con origen en el Ministerio de Transportes de José Luis Ábalos gracias a su asesor de mayor confianza, Koldo García, ha irrumpido en esta legislatura de una manera que en Génova no esperaban y que piensan aprovechar hasta el final.
Fuentes de la dirección conservadora -que comparan el caso con otros de sobra conocidos y que forman parte de la historia del PP como fue la Gürtel- dan por hecho que será “el escándalo” de esta etapa. Incluso aunque la legislatura dure, reflexionan, la corrupción “acabará pasando factura”. Con esta premisa trabajan en la dirección nacional y por ese motivo tratarán de estirar al máximo cada derivada que surja del caso.
El partido no quiere concretar aún los comparecientes, pero nadie duda de que Pedro Sánchez y Begoña Gómez serán llamados a declarar en el Senado. “Nada está descartado” es la frase que más repiten en el PP. Es la manera de sortear las preguntas y dejar en el aire quiénes declararán en el Parlamento.
En Génova reconocen que forma parte de su estrategia: irán alargando la tramitación y el propio funcionamiento de la comisión de investigación (tiene una duración inicial de seis meses) según lo que se vaya conociendo. Reconocen que han vivido en sus propias carnes los procesos de investigación judicial y policial sobre casos de corrupción y que éstos suelen durar “años”. “Cuando parece que en un tiempo no hay novedades, de repente sale otra bomba”, explica muy gráficamente un veterano dirigente.
Y ante esa perspectiva, la de que el caso Koldo y todo lo que está relacionado con él se irá sucediendo en los próximos meses, el PP insiste en que esta legislatura, además de las alianzas de los independentistas y la ley de amnistía, estará marcada por un caso “que terminará con el Gobierno de Sánchez”.
Con el aluvión de información que aportó el sumario en los primeros días, el PP se vio desbordado. Poco a poco trazó una estrategia que pasaba por intentar achicharrar a las personas más importantes de la órbita socialista. Toda la presión estuvo al principio sobre Ábalos, al que el PSOE, aún habiendo sido todo en la organización, le pidió el acta. El exministro, veterano en la fontanería política, decidió quedarse en el Grupo Mixto y no perder la protección de ser diputado. La siguiente lupa del PP estuvo puesta en Francina Armengol, a la que siguen presionando cada día para que deje la presidencia del Congreso.
La afectación del caso al Govern balear y también al canario -con una investigación abierta en la Fiscalía Europea- dio alas al PP para tratar de arrinconar a una pieza clave dentro del PSOE y de la mayoría que sustenta al presidente. En paralelo, los populares han ido disparando al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y al extitular de Sanidad, Salvador Illa. Esa presión se mantendrá.
Pero además, las otras ramificaciones, especialmente las que tienen que ver con el rescate con dinero público a empresas durante la pandemia, hizo saltar todas las alarmas dentro del PP. Primero, la relativa a Air Europa, después de que ‘El Confidencial’ publicara distintas informaciones que sitúan a la mujer del presidente, Begoña Gómez, teniendo una relación profesional con Globalia (dueña de la aerolínea que recibió la inyección millonaria). Y, después, la que afectaría a la venezolana Plus Ultra, que entra de lleno en el caso Delcy -el referido a la presencia de la entonces vicepresidenta de Nicolás Maduro en Barajas cuando tenía prohibida la entrada en territorio europeo y el contenido de las maletas que portaba-.
Además de la presencia de José Luis Ábalos y Koldo García, la persona que aparece en todos esos casos es Víctor de Aldama, presidente del FC Zamora, cerebro de la trama de las mascarillas y con el que también se reunió Begoña Gómez para hablar de negocios.
Toda esta maraña de circunstancias ha dado pie al PP a pensar que se deben investigar por orden. Y eso implica el troceamiento de las investigaciones, bien sea en una misma comisión (por eso la portavoz del PP en el Senado, Alicia García, solicitó ampliar el objetivo de investigación) o a través de la creación de otras específicas. Génova evita confirmar si el caso de las aerolíneas, que muchos en el PP creen que es realmente “caza mayor”, tendrá una comisión propia. Pero hay dirigentes que lo dan por hecho, en vista también de lo que Feijóo ha ido avanzando en las sesiones de control.
El líder del PP le pidió al presidente del Gobierno explicaciones en tres ocasiones. La última -cuando la Oficina de Conflictos de Intereses archivó la denuncia de los populares por la cuestión de Air Europa entendiendo que Sánchez no tenía por qué inhibirse de la decisión sobre el rescate tomada en su Consejo de Ministros porque su mujer no ocupa un puesto directivo en la compañía- fue muy taxativa: “Si cree que con esto ha dado carpetazo a lo que ha ocurrido en su casa, se equivoca. Impulsaremos una investigación específica”, espetó.
En el Congreso, el PSOE ha contraatacado con otra comisión que pondrá bajo el foco a todas las administraciones durante la pandemia, también las lideradas por el PP. El Gobierno cree que podrían salir otros casos que perjudiquen mucho a los conservadores. La elección por el PP de Elías Bendodo para ser el portavoz, que representa la llegada al poder de los populares andaluces en la Junta de la mano de Juanma Moreno tras el escándalo de los eres, no es casual.