El oro estrena mes y trimestre marcando nuevos máximos históricos. El metal precioso aumenta ahora un 2,02%, hasta 2.283 dólares la onza, mientras que la plata sube un 1,84%, hasta 25,36 dólares.

El oro continúa con su ascenso imparable y roza ya los 2.300 dólares, niveles que los analistas de Bolsamanía anticipaban, a principios de mes, que tocará en el corto plazo.

Los expertos siguen explicando las subidas del oro por varios motivos. En primer lugar, por las expectativas de recortes de tipos por parte de la Reserva Federal (Fed). El mercado espera que estos comiencen en verano. El presidente de la Fed, Jerome Powell, quien habló el viernes, se refirió a los datos del PCE de febrero publicados ese mismo día como «en línea con las expectativas». También se mostró cauteloso sobre la perspectiva de recortes de tasas, enfatizando que se necesitan más buenos datos de inflación. Sin embargo, hizo referencia a un mayor equilibrio de riesgos entre el mercado laboral y el panorama de inflación.

Los economistas también consideran que el oro se está beneficiando de la tensión geopolítica en Oriente Medio y de la incertidumbre que genera un año en el que se celebran multitud de elecciones. La debilidad del dólar, que hace que el oro sea más atractivo para inversores extranjeros, ayuda igualmente, junto con la acumulación de oro por parte de los bancos centrales y de China.

Ned Naylor-Leyland, gestor de inversiones, oro y plata de Jupiter AM, remarca que «los bancos centrales globales compraron 1.037 toneladas (de oro) durante 2023, el segundo total anual más alto registrado».

«Los datos muestran que China ha estado aumentando sus compras de oro desde principios del año pasado; probablemente el banco central quiera diversificar sus tenencias en dólares y las familias ciertamente quieran buscar refugio en medio del colapso del mercado inmobiliario», añade al respecto Ipek Ozkardeskaya, analista sénior de Swissquote Bank.

Julius Baer, por su parte, rechaza todos estos argumentos usados para justificar el rally del oro. «En nuestra opinión, ninguno de estos factores puede explicar el repunte, dejándonos perplejos», apunta. «Aunque el sentimiento puede impulsar los precios aún más en el corto plazo, vemos más riesgo a la baja que el alza a largo plazo«, afirma su analista Carsten Menke.