Siete años después de la entrada en vigor de la Ley del Suelo las luces y las sombras se proyectan en su aplicación en un asunto que siempre ha sido tan complejo en Canarias como es el planeamiento urbanístico. La gran mayoría de los planes generales de los municipios siguen sin estar totalmente adaptados a la legislación territorial pero, sin embargo, se han realizado 238 modificaciones parciales que han evitado tener que cambiar todo el planeamiento ante necesidades concretas en los usos del suelo. Se han intentado colar proyectos a través de declaraciones de interés general pero sí se han podido implantar parques fotovoltaicos o eólicos gracias a estas figuras urbanísticas y se han aprobado infraestructuras públicas y sociales necesarias con este tipo de instrumentos. El Gobierno regional quiere reformar la norma para actualizarla, resolver las dudas de estos años y dar más seguridad jurídica, mientras que los expertos se dividen entre los que creen que en su momento fue una ley «valiente» y los que consideran que no todo se resuelve con leyes, sino que hay que ser más «prácticos» y que la Administración debe primero arreglar su casa por dentro y organizarse.