Joao Felix. / AP

La asistencia a Raphinha para derrotar a la Unión Deportiva Las Palmas define el estilo de fútbol y, casi, la carrera deportiva de Joao Félix. Recogió el balón sin gran intensidad, como el que no quiere la cosa, lo condujo con suficiencia ante un rival cansado y, de repente, elevó el balón por encima de la defensa rival para ponerla justo donde quería y parecía imposible: en la cabeza de su compañero. Pocos futbolistas pueden tocar el balón con esa sutileza, belleza y efectividad. Joao, lo ha vuelto a demostrar, tiene un talento privilegiado, un don especial, una técnica superior a la del resto. Esa es su gran fortaleza. Su sello. La gran debilidad, la apariencia de jugador indolente que tanto le penaliza. También, y está relacionado con lo anterior, que es algo perezoso a la hora de defender. Quizá sea esa la razón por la que Xavi le ha puesto la cruz, aunque siempre que le hace jugar funciona y rinde a un buen nivel, como el pasado sábado o en el Metropolitano hace un par de semanas. Es curioso que el entrenador del Barça, defensor del estilo alegre, del talento, de la creatividad, pueda ser un impedimento para la continuidad del portugués la próxima temporada, también como cedido. Más que nada porque Xavi podría seguir. Ha pasado del “imposible” cuando le preguntan por su continuidad a una sonrisa de me encantaría dar marcha atrás en mi decisión. En todo caso, pronto sabremos si los destinos de Xavi y Joao están unidos.