Afú madruga cada mañana. Amanece pronto para él. Ha encontrado un trabajo a media jornada. Trabaja en una granja de gallinas en Almería. Para Afú, este empleo es mucho más que un trabajo. Es una nueva oportunidad. Porque él es uno de los veintidós jóvenes infractores que han conseguido un empleo tras salir del Centro de Internamiento de menores infractores Tierras de Oria, en Almería.
Esta oportunidad llega gracias a un nuevo plan apoyado con fondos de laConsejería de Justicia. Se llama “Plan Arraigo” y un grupo de profesionales trabaja con estos menores. El objetivo: capacitarlos para que puedan encontrar un trabajo y una vida normal. En definitiva, una segunda oportunidad.
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— Consejería Justicia, Admón Local y Función Pública (@JusticiaJunta) January 23, 2024
Un enorme grupo de personas están implicados en que Afú y otros menores como él encuentren una segunda oportunidad. Uno de ellos es el juez de menores, Emilio Calatayud.
Nos cuenta que cuando los que delinquen son menores de 18 años, las medidas son más laxas. Los menores de edad no ingresan en prisión, si no en un centro de menores. Hay cuatro tipos: cerrados, semi-abiertos, abiertos y terapéuticos. Todos tienen la misma finalidad, reeducar y reinsertar a los más jóvenes.
«Un talego para menores»
Y una vez que ingresan en estos centros de menores, ¿Cómo es su vida allí? Según Calatayud, no es precisamente fácil. “No es un colegio. Es un talego para menores.”
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Toda fase de internamiento lleva posteriormente una fase de libertad vigilada. No se les deja solos. “Evitamos que el 80% de los que van a ajusticia de menores, vaya a la justicia de mayores”. Porque un 80 por ciento de estos menores cometen un delito pero no son delincuentes, estos menores, con un programa adecuado, pueden reconducir sus vidas.
Y tal vez por eso, la justicia de adultos está adaptando algunas de estas medidas. Medidas que llevan años trabajándose en menores, como las libertades vigiladas o trabajos en beneficio de la comunidad.
En cuanto al perfil de menores que ingresan en estos centros, ha cambiado mucho en los últimos años. Los menores que llegaban al juzgado en los años ochenta eran clases marginales sobre todo. Pero la justicia de menores se ha democratizado. En la actualidad, sobre todo hay clases medidas y altas. ¿Por qué ha pasado esto? «Porque eran más legales los antiguos«. Hoy, los padres justifican todo. “Y te mienten, te engañan. Lamentablemente, muchos padres permiten el “todo vale” a sus hijos”.
Más chicas delincuentes
Calatayud destaca que ha aumentado mucho la delincuencia femenina. En el delito de maltrato familiar de hijos a padres, antes era un 70% chicos y el resto de chicas, ya estamos en un 60% – 40%. Con lesiones graves en muchos casos.
“Los delitos se han aumentado con las nuevas tecnologías”, nos cuenta el juez de menores. “El móvil es para ellos una adicción, una droga, al igual que las redes sociales”. Es un instrumento muy peligroso para cometer hechos delictivos y para hacer víctimas de delitos.
Calatayud tira de comparativa. Para que todos lo entiendan, nos dice. “No se me ocurriría darle a mi hijo de dos años un Visonte. Pero los padres sí les dan a los niños el móvil durante las comidas para que no los molesten”.
Tal vez no sea tan buena idea regalar a nuestros hijos por su cumpleaños o en su Comunión, un teléfono móvil de última generación. “Porque ahí está el origen de muchos casos de maltratos a los padres o del acoso escolar”.
Y se muestra muy contundente: “Un niño de catorce años no necesita un móvil para nada. Hay que volver a la pizarra y al bolígrafo. Y no pasa nada”. Cuando la justicia interviene es porque ha fracasado todo. ¿Y qué fracasa? «La autoridad del maestro, y la de los padres».
Emilio Calatayud no es precisamente nuevo en esto. Lleva desde 1988 siendo juez de menores. Ha juzgado a más de 25.000 menores, unos 45 asesinatos y unas 500 violaciones. No se asusta de nada. Y por eso, nos repite una y otra vez: “Hay menores que han cometido delitos muy graves, y hoy en día llevan una vida normal”. Él los ha conocido.
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