Desertización. Sequía. Ola de calor. Cambio climático. / PEDRO ARMESTRE PARA GREENPEACE

El espectáculo lamentable al que nos somete últimamente la coyuntura nacional e internacional resta el foco a lo importante. El Planeta se calienta de verdad y no por el bochorno que nos provocan las sesiones parlamentarias o las imágenes de matanzas indiscriminadas en las guerras absurdas que están en marcha. Lo primero nos aparta de la política, lo segundo nos niega como seres racionales. Vivimos en un siglo de gran complejidad. A ojos de la Historia, todos los siglos han sido difíciles. Guerras, hambrunas, desastres naturales. Pero este siglo ha añadido más presión a la caldera. Más población, recursos naturales que se agotan, sistemas políticos que se alejan de las necesidades sociales pero que se perpetúan por intereses partidistas, exaltaciones nacionalistas poco acordes con un mundo global, un capitalismo que no gusta en sus manifestaciones más liberales pero que cada vez tiene más pujanza, más riqueza para unos pocos y mucha más pobreza para muchos más, conflictos bélicos enquistados que no cesan y otros nuevos que se declaran, procesos infecciosos que originan pandemias mortíferas. Todo esto en apenas veinticinco años del siglo XXI. Y a ello se ha unido un proceso de calentamiento climático que tiene un nuevo agente causal: el ser humano y sus emisiones de gases contaminantes a la atmósfera que originan un cambio en el balance energético de nuestro planeta. Un siglo difícil con un telón de fondo complicado, incierto, nada favorable.