Acaba la Semana Santa, pero en breve empieza otra semana de pasión. En este caso, la que le espera al expresidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, en el juicio del caso Erial a partir del 9 de abril. En este juicio, el exministro de Aznar se enfrenta a 19 años de prisión como presunto cerebro de una trama corrupta que, según la Fiscalía, amañó contratos públicos para cobrar suculentas mordidas. Pero este juicio ha virado hacia una ruta que nada le gusta a Zaplana, y es que hay varias conformidades en el horizonte que le podrían suponer un final vinculado a su vuelta a la prisión.
El expresidente lo ha intentado todo, desde mediáticamente hasta judicialmente, para convencer a propios y extraños de que esto no es más que una cacería contra él. En el recuerdo queda la locura de comparecencia hecha en el Congreso de los Diputados por el comisario jubilado José Manuel Villarejo. Una comparecencia para hablar de la Kitchen y que, a preguntas de un amigo de Zaplana, el ahora senador Luís Santamaría, derivó -oh sorpresa- en el caso Erial.
Pero la locura de ese momento, que parecía más sacado un guion de los Monty Python o Berlanga que de la preparación de una comisión de investigación, vino cuando Villarejo, para vincular al PSOE con el caso Erial atacó al exministro del Interior, el fallecido Alfredo Pérez Rubalcaba. En la búsqueda de otro Naseiro, Villarejo se pasó de frenada hasta límites insospechados, pues la causa Erial surge muchos años después de que Rubalcaba dejara la política y en un registro de otro caso, Taula. Pero más allá de todo esto, es que la relación de amistad entre Zaplana y Rubalcaba era pública y notoria. Digna de ver, y comentar, será la declaración de Villarejo en el juicio porque, sí, lo han citado y los magistrados han aceptado que sea testigo. Más berlanguiano imposible.
Semana de Pasión
Pero volviendo a la semana de pasión del expresidente, son esas conformidades que planean en el horizonte las que más daño pueden hacerle. El Ministerio Público tiene de su parte tanto a la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, cuyos agentes han hecho la investigación y no tienen dudas sobre la culpabilidad del expresidente, como a los dos ingenieros financieros encargos de mover el dinero negro de las supuestas mordidas. Y ahora, además, habría que sumar los que quieran llegar a un acuerdo con el fiscal, lo que para el fiscal del caso derivaría en conseguir la cuadratura del círculo en una causa donde el peso y el poder del expresidente valenciano ha planeado como una sombra acechante desde el día de su detención.
Entre los nombres que se barajan para esa conformidad hay dos, el de los hermanos Cotino que, como ya sucediera en el caso Gürtel en la rema valenciana, pueden implicar la caída de Zaplana. Los Cotino nunca han dudado en llegar a un acuerdo de conformidad con el Ministerio Público cuando ha sido necesario. No es personal, son negocios, y lo saben, o como diría otro ‘ilustre’ exministro del PP, Rodrigo Rato: “Es el mercado amigos”, y ellos llevan años aplicando esta máxima, pues viven de la contratación pública.
Junto a los Cotino, de los que no había pruebas pero tampoco dudas de que llegarían a una conformidad, están el que fuera jefe de gabinete de Zaplana, Juan Francisco García, cuya posición privilegiada en los años de gobierno podría hacerle mucha ‘pupa’ al expresidente si habla y, el otro nombre estrella de este caso, si llega a un acuerdo de conformidad es el de su ‘amigo’ Joaquín Barceló, alias Pachano, quien está considerado por los investigadores como uno de los principales testaferros.
Es este último quien de verdad pondría el clavo en el ataúd jurídico, pues si los demás cantan y él también, el Ministerio Público tendría la palabra de alguien que acreditaría los que los ingenieros financieros van a contar en el juicio: que movieron el dinero de las presuntas mordidas para que acabara en el bolsillo de Eduardo Zaplana.
Se prevé un juicio duro y embarrado, pues el expresidente es experto en las luchas en el barro, tanto políticas como mediáticas. El final de la historia no la sabremos hasta después del verano, ya que el juicio está previsto que termine en junio. ¿Cuál será ese final? Eso queda en manos de los magistrados de la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Valencia.