Si hay una semana en el año que está marcada por los sonidos, esa es la Semana Santa. Y en ‘Latidos de Semana Santa’, Álvaro Sáez repasa mucos de ellos para descubrir las historias que hay detrás de aquello que escuchamos.

Sin duda uno de los sonidos más significativos es el de los tambores. No hay marcha de Semana Santa ni paso que no tenga su ritmo de tambores por detrás.

Hay un pueblo en España, donde tienen veneración por este instrumento y al que nos hemos acercado en COPE. Se llama Tobarra, tiene unos 8.000 habitantes y allí todo el mundo toca el tambor. Tienen hasta una plaza dedicada al tambor. Allí hay una tradición que es la de tocar de manera ininterrumpida el tambor, desde el Miércoles Santo hasta el Domingo de Resurrección. Sin duda es uno de los sonidos inconfundibles de esta semana, pero no se entiende el tambor sin la corneta.

Siempre que uno escucha el sonido de una corneta inmediatamente lo asocia a las procesiones de Semana Santa, un instrumento más complicado de lo que podemos llegar a imaginar y con mucho potencial, como nos cuenta en COPE, Dani de Baza, el único músico cornetista en solitario del mundo:Estoy enamorado de este instrumento porque trasmite mucho y quiero demostrale al mundo que vale para cualquier tipo de música”.

Desde los 8 años lleva tocando en diferentes bandas de su pueblo, Baza, de donde sacó su nombre artístico. Se considera un enamorado de este instrumento, del que dice que “transmite muchísimo”, sobre todo cuando se escucha en directo. Principalmente, por la dificultad que tiene tocarla: “Hay una serie de notas que el instrumento no da y para llegar a ellas se requiere de mucha habilidad. Es un instrumento muy difícil pero esa dificultad tiene un valor añadido que hace que la gente llore”.

Cambiamos de instrumento, aunque seguimos en el viento para hablar del Tararú. La Semana Santa de Palencia no se puede entender sin el. Es una una especie de trompeta alargada, de casi un metro de largo y la manera de tocarlo no es difícil: son solo tres toques, dos cortos más graves y uno muy largo. Es un sonido único y singular que solo se oye en Palencia y se emplea durante la semana de Pasión para «llamar» a los hermanos, acompañar a los pasos y saludar a los monumentos.