Los malos a los que persiguen rara vez se manchan las manos para cometer sus crímenes. Emplean la manipulación como arma y son capaces de engendrar cualquier forma de violencia usando solo la palabra y las técnicas de persuasión coercitiva.
El gran reto del Grupo especializado en Sectas de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional, liderado por una inspectora jefa a la que ha entrevistado CASO ABIERTO, es descubrir y demostrar que tras la inocente apariencia del líder de un grupo espiritual, religioso, terapéutico o de coaching, muchas veces se esconde un violador, un pederasta o un estafador. Uno que, además, es capaz de convencer a sus víctimas para que le defiendan y le sigan, ciega e incondicionalmente, hasta las últimas consecuencias.
La Policía Nacional acaba de poner en marcha el primer Plan operativo de actuación y coordinación policial frente a las sectas destructivas, junto con el primer gran Observatorio para prevenir y perseguir los delitos que se comenten dentro de grupos sectarios en nuestro país. Uno de sus objetivos es seguir mejorando la asistencia que dan a las víctimas y sus familias. Madres, padres, hermanos, parejas… escriben cada día al correo [email protected] para pedir ayuda al grupo de la inspectora jefa con un problema que, en muchas ocasiones, les resulta completamente nuevo y desconocido.
Mercurio purificado
Una problemática en auge que, aunque no es nueva (se calcula que en España hay unos 400.000 afectados por grupos sectarios), como explica la policía al frente del Grupo de Sectas, ha crecido en los últimos años en España porque también «se denuncia y visibiliza más», empezando por la información que trasciende de las propias operaciones policiales: el grupo de la inspectora jefa fue el encargado de detener, el pasado noviembre, a Trascendencia Total, el supuesto gurú de Murcia que «sometía la voluntad de sus adeptos» suministrándoles mercurio purificado. Conseguía así, según la policía, que sus seguidores trabajaran para él «durante largas jornadas y realizaran aportes económicos para su Fundación».
Suyo también es el mérito de la operación ‘Absit’, que se saldó con el arresto en diciembre de un psicólogo y su mujer en Cáceres que sometían a sus víctimas a terapias «heterosexualizantes» consistentes en mantener relaciones sexuales «sanatorias» con la líder del grupo para «curar su homosexualidad».
Sin delito específico
El Grupo de Sectas de la Policía trabaja por desenmascarar a manipuladores y estafadores con un hándicap que los investigadores no tienen en otros tipos delictivos: «En España, no existe un delito específico para las sectas destructivas (en Francia o Luxemburgo existe un delito contra el abuso de la debilidad), lo que evidentemente dificulta las investigaciones», reconoce la inspectora jefa al frente del grupo. «A un juzgado tienes que llevar indicios que acrediten un hecho conforme al Código Penal. No tenemos un delito específico pero contamos con otros muchos aplicables en estos casos, entre ellos los de carácter colectivo como el delito de organización criminal o asociación ilícita«.
El gran reto de la policía es «evidenciar que una víctima está siendo manipulada y que, por tanto, no está actuando de manera libre»
Como alertan los expertos en sectas desde hace años, cuando alguien advierte que su hijo, su hermano, su pareja… ha caído en las garras de un grupo coercitivo, muchas veces se ve abocado a contemplar, impotente, cómo su familiar es manipulado y separado de su entorno, sin poder impedirlo, a la espera de que alguien en el grupo cometa un error y deje al descubierto que en su seno se está cometiendo algún delito.
«Normalmente desarrollan sus actividades delictivas en el ámbito de la intimidad, por lo que es mucho más difícil encontrar evidencias o indicios de lo que está pasando, esos indicios son los que permiten que el juez nos autorice a realizar diligencias de investigación, si no los tenemos… será complicado avanzar», cuenta la inspectora jefa. El gran reto sigue siendo, reconoce, «evidenciar que una víctima está siendo manipulada y que, por tanto, no está actuando de manera libre».
Como en violencia de género
Sobre todo porque muchas veces «ni siquiera las víctimas de estos grupos se perciben como tal y en el momento de hablar con nosotros llegan a justificar determinadas conductas que han surgido dentro del grupo», añade.
«Como muchas víctimas de violencia de género, los afectados por sectas no se perciben como tal y llegan a justificar determinadas conductas del grupo»
«Ocurre igual con víctimas de violencia de género o de trata de seres humanos, por ejemplo». De hecho, en opinión de la inspectora jefa, «la manipulación que existe en los delitos de violencia de género es equiparable a muchos casos de sectas destructivas en las que se aplican técnicas coercitivas, de manera que podríamos aprovechar esas sinergias, los avances en investigación y concienciación que ha habido en ese ámbito, y aprovechar esos mecanismos en el caso de las sectas destructivas».
En este sentido, recuerda que en «delitos como la violencia de género, hace unos años se consideraba que como se desarrollaban en el ámbito de la intimidad casi parecía que era algo que no se debía investigar ni perseguir. Afortunadamente en la actualidad la investigación no solo está normalizada y protocolizada, sino que se está impulsando y reforzando cada vez más».
Una secta para cada uno
También al hablar de sectas destructivas «hay que acabar con los estereotipos asociados a esta problemática. No solo una persona con escaso nivel cultural o baja formación puede caer en estos grupos, porque podemos ser cualquiera de nosotros«, indica la inspectora jefa. Basta un momento de vulnerabilidad para bajar la guardia y que nuestros filtros de protección y seguridad decaigan.
No todos caeremos en la misma secta: «los líderes sectarios se van a adaptando a las demandas del mercado, el tema sobre el que construyen su grupo es lo de menos, solo buscan lograr su propio beneficio a través de la excusa que sea. En la actualidad, el interés por la religión estructurada se ha ido reduciendo, pero se han incrementado los grupos basados en nuevas espiritualidades creadas al albur del líder de turno y que, por tanto, son espiritualidades a la carta. También han crecido los grupos que usan como puerta de entrada las temáticas de crecimiento personal o las pseudoterapias. Y las sectas destructivas de carácter económico, como las criptosectas«, señala.
Para la policía, la temática del grupo también es lo de menos, lo importante son las técnicas de manipulación que utilizan y los delitos que comenten contra sus seguidores: «nosotros atendemos al modus operandi que desarrollan para captar, controlar y adoctrinar a los adeptos. Es importante no crear alarmas sociales innecesarias respecto de determinadas actividades que no necesariamente van a ser delictivas ni tienen por qué ser negativas», matiza la inspectora jefa.
Pese a que la inspectora jefa y su grupo llevan años lidiando con víctimas y verdugos de sectas destructivas, les sigue llamando la atención hasta dónde llegan los efectos de la manipulación dentro de un grupo, sobre todo en lo relativo a los menores: «hay padres que llevan a sus hijos a las actividades del grupo porque se supone que son positivas, de crecimiento… y esos menores son abusados. El grado de manipulación es tal que los padres acaban aceptando esa situación, e incluso desarrollan conductas delictivas o las toleren respecto de sus propios hijos«.
Hay niños que nacen y crecen en una una secta destructiva. Se trata de menores que viven una realidad paralela y normalizan conductas que están fuera de lo habitual»
Algunos niños nacen y crecen dentro de una secta destructiva: «Normalizan conductas dentro de su propio grupo familiar y de las vivencias que han tenido, que limitan sus barreras de protección y esto les hará más vulnerables a lo largo de su vida. Se trata de menores que viven una realidad paralela y normalizan conductas que están fuera de lo habitual o esperable dentro de una sociedad democrática».
Otros acaban siendo arrastrados a un grupo sectario durante su adolescencia: «algunos grupos empiezan a tantear a jóvenes cuando son menores, los captan, y cuando cumplen los 18 años dan el salto«. El salto al grupo, el viaje a ninguna parte lejos de sus familias, que se topan con que su ser querido desaparece. Las sectas destructivas están detrás de una buena parte de los casos de desaparición de larga duración.
El caso de Patricia Aguilar
Patricia Aguilar fue captada por un presunto maestro espiritual a través de un foro de Facebook cuando tenía 16 años. Casi dos años después se marchó de su casa, en Elche (Alicante), y recorrió 10.000 kilómetros para empezar una nueva vida junto a Félix Steven Manrique en Perú. Un año y medio después, el verano de 2018, fue rescatada por la policía en una peligrosa zona de la selva, donde su captor la había abandonado junto a su bebé recién nacida y cuatro niños más, todos tenían piojos y desnutrición crónica.
«Prevenimos a los jóvenes de los peligros de la calle, pero hay que contarles que en su habitación, en su tablet, también hay riesgos»
«Si se trata de un menor de edad, es más sencillo que se activen los mecanismos de investigación y localización, porque aunque el joven diga que se ha marchado voluntariamente, esa voluntariedad legalmente no procede si los padres quieren recuperar al menor. Pero en cuanto cumple los 18 años, si se marcha… la situación es más compleja. Se investiga igual, pero si se localiza a la persona, se encuentra manipulada por un grupo y se le pregunta, lo normal es que indique que se ha ido porque quiere«. Así ocurrió durante meses con Patricia y su familia, meses en los que el hombre que la captó ya estaba abusando de ella y del resto de víctimas sexual y laboralmente en la clandestinidad que le brindaba la secta religiosa que había montado.
La inspectora jefa del Grupo de Sectas recomienda a los padres «que se informen de esta realidad para poder advertir a sus hijos. Un niño con un móvil, sin control parental, está expuesto a amenazas para las que no está preparado ni tiene suficiente información. Prevenimos a los jóvenes de los peligros de la calle, pero hay que contarles que en su habitación, en su tablet, también hay riesgos, formarlos para que no se echen en brazos del primero o la primera que les ofrezca soluciones milagro o de amigos inesperados que les prometan lo imposible».