Seguro que todos hemos sufrido alguna vez un calambre. Esa sensación incómoda y dolorosa que se suele producir en las piernas, aunque puede aparecer en cualquier parte del cuerpo que puede llegar a hacernos interrumpir la actividad que estemos realizando en ese momento o el sueño, si se produce por la noche.
Pero ¿por qué se producen los calambres? Tal y como explican desde el Hospital Clínic Barcelona, los calambres se producen cuando “un músculo se contrae de forma involuntaria y no se relaja”. Puede ocurrir en cualquier momento del día, aunque son más frecuentes después de hacer ejercicio físico o mientras dormimos.
Lo primero que hay que tener claro es que nos dé un calambre en una pierna no significa que tengamos una lesión. Esta es la diferencia fundamental con lo que se conoce como tirones musculares, en los que sí se produce un daño a las fibras musculares, aunque ambos “pueden ser debilitantes y dolorosos”, señalan los expertos.
Y es que “mientras que los calambres son contracciones agudas y temporales, los tirones musculares implican un estiramiento o desgarro de las fibras de los músculos”, lo que va a producir un dolor más persistente y del que vamos a necesitar más tiempo para recuperarnos.
La deshidratación o la fatiga muscular, causas de los calambres
Cualquiera puede sufrir un calambre muscular, pero es cierto que hay algunos factores que pueden aumentar el riesgo de que aparezcan. Los expertos del Clínic enumeras algunos de ellos:
- Sufrir deshidratación.
- Tener algún desequilibrio electrolítico. Los electrolitos están presentes en la sangre, los más conocidos son el sodio, el calcio, el potasio, el cloro o el magnesio. Su equilibrio es importante porque afectan a procesos como la contracción de los músculos.
- La fatiga muscular.
- La edad avanzada y ciertas condiciones médicas también pueden predisponer a las personas a experimentar espasmos musculares con mayor frecuencia.
La alimentación es clave para prevenir los calambres musculares
Aunque carecen de gravedad, lo cierto es que estas contracciones involuntarias son desagradables, sobre todo si se producen durante la noche. Así que, para evitar su aparición los especialistas señalan que “es crucial mantener una hidratación adecuada y asegurar un consumo suficiente de minerales, especialmente potasio, magnesio y calcio”.
¿Y dónde encontrar estos minerales? Pues en varios alimentos, como por ejemplo los plátanos, los aguacates, las espinacas y los productos lácteos. Incorporar todos estos alimentos en la dieta “puede ayudar a mantener a raya los calambres”.
En algunos casos, comer estos productos puede llegar a no ser suficiente para librarse de los calambres musculares, por lo que se debe consultar con un médico y plantear la posibilidad de tomar algún tipo de suplemento alimenticio.
Por último, a la alimentación hay que sumarle la realización de ejercicios y estiramientos específicos en la zona afectada. “Los estiramientos, tanto antes como después del ejercicio, aumentan la flexibilidad y pueden reducir la fatiga muscular, lo que a su vez disminuye el riesgo de calambres”, señalan desde el Hospital Clínic.
Qué hacer si me da un calambre
Como es probable que en algún momento nos pueda dar un calambre muscular no está de más saber qué hacer para librarnos cuanto antes de esa sensación tan dolorosa:
- Estirar y masajear. “Estirar el músculo afectado suavemente y masajearlo puede ayudar a aliviar el espasmo”, comentan los expertos.
- Aplicación de calor o frío. En este caso ambas opciones son válidas.
- Hidratación. Beber una cantidad de líquidos suficiente ayuda a prevenir los calambres.
- Aumento de electrolitos, a través de la alimentación.
- Medicación. Aunque no suele pasar, si los calambres musculares son muy fuertes y dolorosos se puede consultar con un médico para prescribir relajantes musculares.
- Ejercicio moderado. Realizar ejercicios de bajo impacto de forma regular, como caminar o nadar, puede ayudar a prevenir calambres al mejorar la circulación y la flexibilidad muscular.
- Llevar una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, y granos enteros.
- Evitar el sobreuso muscular. Cuidado con forzar los músculos, sobre todo cuando se realicen actividades que no son habituales. “A largo plazo, la práctica regular de yoga u otros ejercicios de bajo impacto puede mejorar la flexibilidad general y la circulación, con lo que se reduce la frecuencia de los calambres”, añaden los especialistas.
Cuándo debo consultar con un médico
Como ya hemos visto un calambre muscular no comporta la existencia de una lesión ni gravedad. Lo que sí es cierto es que, en algunas ocasiones, estas contracciones musculares pueden ser un síntoma de otra cosa. Saber en qué casos debemos consultar con nuestro médico es esencial. Estas son algunas de las señales que nos deben alarmar:
- Persistencia y frecuencia. Si sufrimos calambres de forma habitual y no mejoran con los masajes, estiramientos, etc. “Los calambres persistentes o que ocurren de forma regular pueden ser señal de desequilibrios electrolíticos, deshidratación crónica o trastornos neuromusculares”, advierten los especialistas del Clínic.
- Dolor severo. Si el dolor es muy intenso puede que haya algo más, como un desgarro muscular.
- Ausencia de factores desencadenantes. Si los calambres aparecen sin razón aparente.
- Imposibilidad de usar el músculo.
- Que el calambre esté acompañado por otros síntomas. Si además del calambre el paciente sufre inflamación o enrojecimiento de la zona, “puede ser indicativo de una infección o una afección vascular. La debilidad muscular o sensaciones anormales, como el entumecimiento o hormigueo, también pueden señalar problemas neurológicos o circulatorios que requieren atención médica”.
- Falta de respuesta al tratamiento. «Si los calambres no mejoran con el tratamiento en casa es fundamental consultar con un especialista», concluyen los expertos.