En las cavidades del cante flamenco, como ocurre con la poesía, se amotina la vida, bullen formas nacidas del alma, de lo más profundo del ser. Son fundamentalmente ondas concéntricas de sentimiento, rastros de chorreantes combustiones que producen el calambre de la emoción. Y eso es lo que nació de la garganta de Vicente Soto ‘Sordera’ y su hija Lela Soto el pasado sábado en el Teatro Martin i Soler del Palau de les Arts.