El estadio de la Cartuja es protagonista estos días por la Operación Brody, que ha destapado una trama de corrupción en el seno de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). El próximo sábado, 6 de abril, el campo volverá a ser protagonista por motivos futbolísticos, al acoger la final de la Copa del Rey entre el Athletic y el Mallorca (22.00 horas). El partido tendrá, un año más, las entradas más caras de entre todos los grandes torneos coperos que se disputan en Europa.
Las entradas para el público general más baratas son las de Banco de pista, ubicadas en Gol Norte / Gol Sur (los fondos), que se venden por 85 euros. Las localidades más caras se sitúan en la Grada club lateral y tienen un precio de 220 euros. De media, una entrada para ver la final de la Copa del Rey cuesta 170 euros.
La Coupe de France, la más barata de Europa
Los 85 euros suponen un aumento de siete con respecto al precio de partida de la final de Copa del Rey de 2023, que ya fue la más cara de Europa. Según datos de la Federación de Accionistas y Socios del Fútbol Español (FASFE), la competición más económica es la Coupe de France, donde se puede ver la final desde 25 euros.
En el siguiente escalón absoluto está la DFB-Pokal alemana, con precios que van desde los 45 euros. Las entradas para la KNVB Beker neerlandesa arrancan en 49,50 euros y las de la FA Cup inglesa en 52 euros. En el informe Pago Máximo de FASFE se aplica otra variable para un retrato contextual de las diferencias, al aplicar el cambio de poder adquisitivo que tiene en cuenta el nivel de vida de cada país. Las fronteras se ensanchan todavía más.
Según fuentes consultadas por este periódico, uno de los argumentos ofrecidos por Luis Rubiales, expresidente de la RFEF, para justificar los precios, era que en el importe también se incluye «el espectáculo». El anterior líder de la Federación se refería a los conciertos previos a un partido que empieza a las 22.00 horas. Se desconoce la programación de la edición de 2024, en la del año pasado actuaron Ozuna, Alaska y Mario, Marta Sánchez o Soraya, entre otros.
Entradas con visibilidad reducida por 40 euros
Tanto al Athletic como al Mallorca les han correspondido un 40% de los 57.600 tickets disponibles. En Bilbao se sortearon las 17.848 entradas entre los socios, que el pasado lunes empezaron a hacer efectiva la opción de compra. Las otras 2.850 se han reservado para compromisos con patrocinadores y colaboradores.
El Mallorca abrió el miércoles la última ventana para sus seguidores y así cubrir el cupo de 20.608 localidades asignadas por la RFEF, quien se lleva el 20% de los billetes de la final para repartir entre sus socios comerciales. En estos cálculos también se incluyen las entradas con visibilidad reducida, que parten de 40 euros (uno más que el año pasado) en Banco de pista, tanto en Gol Norte como Gol Sur.
El concepto visibilidad reducida no es un subterfugio. Se trata de localidades a ras de césped. Con esa posición visual y alejados por culpa de la pista de atletismo es prácticamente imposible seguir el desarrollo del encuentro. Es una queja habitual desde que la Copa del Rey se empezó a celebrar de modo regular en La Cartuja en 2020 merced a un acuerdo de la RFEF dirigida por Luis Rubiales y la Junta de Andalucía.
El pacto se firmó inicialmente hasta 2023 y fue ampliado hasta 2025, por lo que serán seis finales consecutivas en un estadio que ya había acogido dos finales, la de 1999, entre el Valencia y el Atlético; y la de 2001, entre el Real Zaragoza y el Celta. A pesar de las reformas, investigadas ahora judicialmente, el campo sigue teniendo carencias estructurales.
La Junta planteó una reforma para el Mundial 2030
Las comunicaciones con La Cartuja son malas en todas sus formas. El refuerzo de los autobuses en las finales de Copa es ineficaz por los perímetros de seguridad. Conseguir un taxi después del partido es una tarea muy complicada. A esto hay que sumarle problemas para trabajar en las instalaciones, como una irregular conexión de Wi-Fi. Todo ello sin entrar en el debate de las pistas de atletismo, un elemento en extinción en los campos de fútbol.
De cara a promover su candidatura como sede para el Mundial 2030, la Junta de Andalucía presentó una propuesta de reforma para este feudo, así como La Rosaleda. El presidente Juanma Moreno avanzó que los dos estadios serían «renovados, con las máximas prestaciones, para dejar un legado de prosperidad de cara a las siguientes décadas».
La Cartuja, el estadio en el que la selección ejerce mayormente de local, incorporaría 12.000 asientos adicionales para llegar hasta prácticamente 69.000 localidades. El diseño contemplaría la opción de montar y desmontar las pistas de atletismo para acoger algún evento internacional, como ya sucedió con el Mundial de Sevilla 1999. Estas actuaciones podrían quedar comprometidas por las indagaciones en curso de la Operación Brody.