El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva recibió a su colega francés Emmanuel Macron en la ciudad de Belém do Pará, cerca de la desembocadura del río Amazonas, primera escala de una visita de tres días que busca cerrarse con el fortalecimiento de los lazos políticos y comerciales entre los dos países. Se trata a su vez del primer viaje de Macron a América Latina que ha incluido una estancia previa en la Guayana Francesa.
Los dos mandatarios embarcaron en un buque de la Marina para recorrer la bahía amazónica de Guajará, hasta la isla de Combú. A lo largo de una hora de viaje tuvieron su primer encuentro de trabajo. Luego llegó el turno de los gestos simbólicos. El anfitrión, como había anticipado la jefa de la diplomacia brasileña para Europa y América del Norte, Maria Luisa Escorel, quiso «mostrar a Macron la complejidad de la Amazonía, que no es sólo una vasta selva tropical, sino también un lugar donde viven 25 millones de personas». El visitante esperaba reunirse con representantes de la comunidad originaria Kayapó y condecorar a su jefe, el longevo cacique Raoni Metuktire, un reconocido defensor de un ecosistema puesto en peligro por el negocio agropecuario a quien se le otorgó la Orden Nacional de la Legión de Honor que concede el Estado francés. Doce años atrás, Metuktire había sido recibido por el presidente François Hollande en el Palacio del Elíseo. En aquella oportunidad, hizo un llamado a la preservación de la Amazonia y de los pueblos que la habitan.
Uno de los puntos de coincidencia entre Lula y Macron con la necesidad de promover un desarrollo sostenible. El Gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) busca promover una transición ecológica que no ponga en entredicho el objetivo de sacar de la pobreza a millones de brasileños. Como parte de ese propósito, el gigante latinoamericano, que en la actualidad preside el grupo G20 de las grandes economías, acogerá el año venidero en Belém la Conferencia sobre Cambio Climático COP30.
Sociedad comercial
La diplomacia francesa le asigna una especial importancia al presente viaje. Francia es el tercer mayor inversionista en Brasil, detrás de Estados Unidos y España. Macron busca dinamizar el intercambio comercial que en 2023 llegó a 8.400 millones de dólares, ligeramente favorable al país europeo, en momentos que China pisa fuerte no solo en ese país sino en la región. Unas 860 empresas galas operan en el país. El presidente francés llegó acompañado de una nutrida delegación de empresarios, entre representantes de los grupos Carrefour, Airbus y Naval Group.
En 2006, Lula y Jacques Chirac lanzaron una asociación estratégica bilateral que no tuvo la continuidad esperada por el derrocamiento de Dilma Rousseff, en 2016, y luego la llegada al poder de Jair Bolsonaro. El ultraderechista tuvo a su vez roces personales con Macron en 2019, cuando el francés se sumó a las voces de presión internacional que condenaron los incendios voraces en la Amazonía. Uno de los primeros viajes de Lula al retomar el poder, en 2023, fue a París como señal del empeño brasileño de dejar atrás los años de desencuentro.
Uno de los aspectos de convergencia está relacionado con la industria militar. Este miércoles, Macron y Lula botarán en el astillero de Itaguaí, a las afueras de Río de Janeiro, el tercer submarino diésel de la clase Scorpene construido en Brasil con tecnología francesa. En 2008 se había convenido construir cuatro sumergibles. El acuerdo, encargado a Naval Group, también preveía la construcción de un quinto submarino.
Amplia agenda de discusiones
Macron se reunirá también mañana en San Paulo, el motor económico de Brasil con personalidades de la cultura y empresarios. Lula se reencontrará con su colega en Brasilia el próximo jueves. Las conversaciones, señalaron medios de prensa, incluirán, además de los asuntos bilaterales, otros temas candentes de la agenda internacional como las situaciones en Oriente Próximo, Ucrania y Venezuela. Brasil acaba de condenar la decisión del Consejo Nacional Electoral venezolano de excluir de las elecciones del 28 de julio a la principal candidata de la oposición, Corina Yoris. La transición democrática en ese país vecino de Brasil ya había sido objeto de intercambios entre Lula y Macron.
El acuerdo comercial UE-Mercosur, al que Francia se opone actualmente por presiones de los agricultores, «no está aún en la agenda» de trabajo de los dos presidentes, se informó. «Si no hay acuerdo, paciencia«, había dicho Lula en diciembre pasado, cuando la posibilidad de la creación de una gran zona de libre comercio volvió a entrar en un limbo. Otra de las razones del empantanamiento estuvo relacionada con una exigencia de la UE relativa al control de la producción agrícola en Brasil, en términos fitosanitarios y medioambientales, para aceptar que estos productos puedan acceder en el mercado europeo. Brasil no solo expresó su desacuerdo con esa postura. También rechaza la legislación de la UE aprobada el año pasado que prohíbe las importaciones de café, carne de vacuno, soja y otros productos básicos si están vinculados a la deforestación reciente.