La mañana del Jueves Santo, como viene siendo tradicional, ya sea con un sol de justicia o con inesperada lluvia, los caballeros legionarios, tras desembarcar en el Puerto de Málaga, recorrerán las calles de la ciudad al son de “El novio de la muerte” y a 160 pasos por minuto, camino de la Iglesia de Santo Domingo, donde se encontrarán con su patrón y protector, el Cristo de la Buena Muerte.
El 28 de enero de 1920, Alfonso XIII firmaba un Real Decreto por el que disponía que “con la denominación de Tercio de Extranjeros, se creará una unidad militar armada”. Así nacía La Legión, una unidad singular en la que nadie preguntaba la procedencia ni los antecedentes de quienes deseaban formar parte de ella, como muy bien se recoge en su himno:
“Somos héroes incógnitos todos,
nadie aspire a saber quién soy yo (…)
Cada uno será lo que quiera,
Nada importa su vida anterior,
pero juntos formamos Bandera,
que da a la Legión el más alto honor”…
Apenas ocho meses más tarde de la publicación de aquel Real Decreto, el Tercio de Extranjeros recibió el primer alistamiento y menos de un año más tarde, en 1921, los caballeros legionarios, inmersos en los más terribles riesgos y asolados por los desastres de las guerras del norte de África, solicitaron formalmente la protección del Cristo de la Buena Muerte.
Finalmente, en 1928, la Autoridad Militar, nombró protector y patrón de La Legión al sobrecogedor Jesús Crucificado nacido de las manos de Pedro de Mena y que gozaba ya de amplia fama de milagroso, desde que en 1756, una fragata de la Marina que estaba a punto de naufragar, tras encomendarse a él los marineros, lograra salvarse de manera providencial.
- Left6:No existe configuración de publicidad para el slot solicitado
Dos años más tarde de convertirlo en su protector y patrón, los legionarios sacaron por primera vez a su Cristo en procesión por las calles de Málaga. Acababa de nacer una tradición que, todavía hoy, despierta emociones y une corazones en sentimientos de fe y devoción. Eso es historia.
La leyenda nacería en 1931, cuando la conmovedora talla creada por Pedro de Mena se convirtió en víctima del fuego, del odio y de la sinrazón.
Cuentan que aquel Cristo, fue rescatado y ocultado por los malagueños para impedir que lo quemaran, pero que las personas que lo ocultaron, fallecieron antes de que pudieran desvelar su escondite, por lo que, en algún lugar, estaría esperando a ser rescatado todavía. Eso es leyenda.
La realidad está documentada y dice que aquella figura única, nacida de las manos del escultor granadino, sí fue quemada, que de ella solo se conservan una pierna y un pie y que el Cristo de la Buena Muerte que ahora conocemos y que cada Jueves Santo escoltan y entronizan los caballeros legionarios, aunque conserva el nombre popular de Cristo de Mena, es una réplica tallada en los años 40 del pasado siglo por Francisco Palma Burgos.
Esa figura de Jesús Crucificado, está ya tan indefectiblemente unida a La Legión que incluso los legionarios musulmanes declaran públicamente que Alá es su Dios, pero el Cristo de la Buena Muerte su protector.
Como cada año, este Jueves Santo, Málaga se echará a la calle y el resto de España vibrará viendo a los legionarios desfilar mientras entonan su «Novio de la muerte»: «Nadie en el Tercio sabía / quien era aquel legionario / tan audaz y temerario / que a La Legión se alistó. (…) / Soy un hombre a quien la suerte / hirió con zarpa de fiera. / Soy un novio de la muerte / que va a unirse en lazo fuerte / con tan leal compañera”….
Ya en la Iglesia de Santo Domingo, mientras elevan al cielo y a pulso a su protector, el Cristo de la Buena Muerte, despertarán profundas emociones que trascienden más allá de credos y sentimientos religiosos.