Jair Bolsonaro no solo está en el centro del principal escándalo político de Brasil por la investigación del intento de golpe de Estado del 8 de enero de 2023. También es el protagonista de un incidente diplomático de su país con la Hungría de su amigo Victor Orbán. ‘The New York Times’ acaba de revelar que el expresidente estuvo nada menos que dos días dentro de la embajada húngara el mes pasado. La información se apoya en una evidencia inequívoca: las cámaras de seguridad de la residencia donde, se ha especulado, el ultraderechista pudo haber intentado buscar refugio político.
El Ministerio de Asuntos Exteriores brasileño ha reaccionado de inmediato. La Cancillería convocó al embajador de Hungría, Miklós Halmai, para que dé explicaciones sobre la prolongada presencia del excapitán del Ejército en la misión diplomática del país europeo dos días después de que la Policía Federal (PF) requisara su pasaporte en el marco de la causa por los sucesos del 8E. El Gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva expresó su disgusto con la situación. La embajadora Maria Luisa Escorel de Moraes, secretaria de Itamaraty para Europa y América del Norte, fue la encargada de expresar esa molestia.
«Halmai permaneció en Itamaraty unos 20 minutos. Según sus interlocutores, escuchó las quejas del diplomático brasileño y no habló», dijo el diario paulista ‘Folha’. De acuerdo con el rotativo carioca ‘O Globo’, el embajador «evitó responder a la mayoría de las preguntas formuladas por el Gobierno». Halmai «presentó argumentos en línea con la defensa de Bolsonaro y trató las pernoctaciones del expresidente como algo común».
Los abogados de Bolsonaro confirmaron su insólita pernoctación en la embajada. Los motivos de su permanencia a lo largo de 48 horas fueron llamativos. Bolsonaro había ido a la legación diplomática para «mantener contactos con autoridades del país amigo» y discutir «los escenarios políticos de las dos naciones». La conversación se extendió por dos días.
El malestar de Exteriores es doble: el embajador húngaro recibió no sólo a un adversario político de Lula. «El gesto ha sido interpretado como una injerencia del gobierno húngaro, presidido por Viktor Orbán, en los asuntos internos de Brasil», consignó Folha. Hungría es en la actualidad uno de los centros del conservadurismo mundial. Los vínculos de Orbán con Bolsonaro se fortalecieron durante su administración. Ambos se encontraron en Buenos Aires el pasado 10 de diciembre en el marco de los fastos por la toma de posesión del ultraderechista Javier Milei. Se trata, a su vez, de un dirigente investigado por el Supremo Tribunal Federal (STF) y que está involucrado en numerosas causas judiciales.
¿Intento de fuga?
La PF ha tomado cartas en el asunto. Fuentes relacionadas con la investigación y citadas por los medios de prensa consideran que es prematuro afirmar que Bolsonaro intentó fugarse. Se ha abierto no obstante un debate en el seno de la principal autoridad judicial acerca de si Bolsonaro quiso evitar una eventual detención e intentó huir de Brasil. Una acción de esa naturaleza podría justificar su arresto.
La prensa brasileña consignó que Alexandre de Moraes, quien encabeza las investigaciones en el STF que involucran a Bolsonaro por los hechos del 8E, medita sobre la posibilidad de que, a partir de ahora, el expresidente lleve una tobillera electrónica. De Moraes ha dado al excapitán 48 horas para explicar por qué estuvo dos días en la embajada de Hungría en un momento sensible de la investigación judicial que intenta determinar si hubo una «organización criminal» que intentó dar un golpe contra Lula. Añadió al respecto el diario paulista: «cuando el STF pidió al expresidente que entregara su pasaporte a la justicia, la intención era impedirle salir del país. Si Bolsonaro pasó dos días dentro de la embajada húngara en Brasilia, de alguna manera eludió esta medida judicial, porque en virtud de la Convención de Viena de 1961, las embajadas y consulados, así como sus vehículos, están protegidos. En otras palabras, durante los dos días que estuvo allí, Bolsonaro fue inalcanzable por los tribunales de su propio país. Si la justicia fue o no tras él en esas 48 horas es sólo un detalle. En cuanto a la oferta de protección internacional, ha ocurrido en la práctica».