Aunque los datos demográficos no dejen de indicar que la población es cada vez más longeva, y no se deje de divulgar esto en los medios de comunicación, sigue causando sorpresa y admiración el hecho de que una persona alcance los 100 años. El siglo de vida continúa siendo algo que muy pocas personas alcanzan a conocer, y parte de ellas, lamentablemente, sufren ya un deterioro mental que les impide ser conscientes de su gesta vital. Por ello suelen maravillar los casos en que la mujer o el hombre centenario toma parte plenamente activa de la celebración y puede expresar lo que supone el haber visto pasar 100 años, uno tras otro.
Dos vecinas de Ibi y Cocentaina, hermanas gemelas, acaban de alcanzar esa cumbre de los 100 años, pero con un añadido: el marido de una de ellas está a pocos meses de cumplir los 102. Tres centenarios en una misma familia y los tres con una salud bastante óptima. Y en el caso del matrimonio, 77 años juntos ya.
A la pareja, Manuela López Ramal y Demetrio Torrente Gea, residentes en Ibi, ya los entrevistó este periódico cuando él cumplió los 100 años, en el otoño de 2022, por la peculiaridad de su longevidad y la consiguiente duración de su matrimonio. Su existencia apenas ha variado desde entonces, lo cual dice mucho de su buen estado de salud: siguen viviendo solos y haciendo las tareas domésticas más sencillas, y cuentan con el apoyo de sus hijos. Lógicamente, la movilidad ya no es la de otros tiempos, y el tiempo pasa factura en el oído en el caso de Manuela, pero en líneas generales siguen disfrutando de una vida plena.
Isabel, la gemela de Manuela, se mantiene también activa y continúa siendo autónoma para su día a día, aunque también con la asistencia de sus tres hijos y del resto de la familia. Curiosamente, su mayor problema es el mismo que el de su hermana: el oído, que ya tampoco responde todo lo bien que debiera. Pero por lo demás, también resulta muy llamativa la vitalidad con la que ha cumplido un siglo de existencia, al igual que Manuela.
Isabel no emigró a la provincia de Alicante a la vez que Manuela y Demetrio, sino que siguió viviendo en su localidad natal, Chirivel (Almería), hasta hace apenas 30 años, cuando enviudó. Dado que sus tres hijos residían ya en Cocentaina, optó por trasladarse a la villa condal, pero no a casa de ninguno de ellos, sino que adquirió su propia vivienda, en la cual sigue. Se dedicó a trabajar en el campo desde bien niña, al igual que su hermana, y no abandonó las labores agrícolas prácticamente hasta que se mudó a Cocentaina, compaginándolas con lo que implicaba ser ama de casa en un tiempo en que el concepto de «conciliación» no estaba siquiera en el esquema mental de la sociedad.
Su cuñado Demetrio, como explicó en su día a este periódico, también trabajó en el campo incluso después de vivir en Ibi. Puede sonar a tópico, pero quizá el ejercicio físico de la realización de las tareas cotidianas, bien en el campo, bien en casa, les ha ayudado a los tres a mantenerse en forma como para llegar razonablemente bien a los 100 años. Y puede que la genética haya estado también de su parte.
Manuela e Isabel han recibido estos días el reconocimiento de las localidades en donde residen. Los alcaldes de Ibi y Cocentaina, junto con otros miembros de cada corporación municipal, han felicitado a sus respectivas convecinas. Y ellas, las únicas supervivientes de una extensa familia de nueve hermanos, lo han celebrado juntas este fin de semana, acompañadas de un gran número de familiares. No todos tienen la suerte de cumplir los 100 años y tan bien acompañados, o de ver cómo tres allegados alcanzan esa meta vital, e incluso la superan.