Joaquín Ballester Lloret, un alcalde de la Liga Católica de Gandia que murió en 1951 en olor de santidad, fundó diversas instituciones benéficas, entre ellas, junto al jesuita Carlos Ferrís, el sanatorio de Fontilles, la Caja de Ahorros de Gandia o un preventorio infantil que sigue funcionando hoy en día.
Una de esas obras benéficas se situó en Benassal, en Castelló, donde, aprovechando la excelencia de sus manantiales de agua, construyó unas viviendas para sanar a pacientes que sufrían de piedras en el riñón. Con el tiempo, esa afección se solucionó con sencillas intervenciones en hospitales y aquellos inmuebles quedaron abandonados. La propiedad pasó a la Colegiata de Gandia cuando, en 2011, se extinguió la fundación que los gestionaba.
Es ahora, gracias al interés mostrado por el abogado gandiense José García Roig, cuando se ha promovido un ambicioso proyecto que consiste en devolver la vida al abandonado sanatorio de aquella localidad del Alt Maestrat y no dejar perder ese legado del exalcalde gandiense.
La idea, aplaudida por los ayuntamientos de Gandia y de Benassal, consiste en reconvertir los viejos edificios en un centro de atención integral para mujeres vulnerables, especialmente las que tienen hijos pequeños a su cargo.
La misión no es sencilla, y así lo ha reconocido el abad de la Colegiata gandiense, Ángel Saneugenio, pero sí es ilusionante. Se trata de rehabilitar, siguiendo las normativas vigentes, dos edificios que suman alrededor de mil metros cuadrados con cerca de cuarenta habitaciones y el resto de elementos necesarios para que allí puedan vivir, y convivir, las personas que serían acogidas temporalmente. El ya bautizado como «Albergue Joaquín Ballester», sería gestionado por Cáritas de la Colegiata de Gandia, pero en su financiación se ha implicado la Generalitat Valenciana a través de la secretaría autonómica de Igualdad y Diversidad. Su titular, Asunción Quinzá, alabó esta iniciativa en su presentación.
El abogado José García Roig explica que, como miembros de Economía Parroquial de la Colegiata, tuvo conocimiento de la existencia de esta propiedad el verano pasado. «Me quedé sorprendido cuando fui a Benassal», confiesa, y entonces pensó que no podía pasar más tiempo con las simples labores de mantenimiento de los edificios, construidos a partir del año 1945. Había que dar un uso al antiguo sanatorio y, tras recibir el visto bueno de la alcaldesa, encargó la redacción de un proyecto a una arquitecta que, según añade, previsiblemente estará concluido a finales del próximo abril.
«Vamos a ver hasta qué punto se va a implicar la Generalitat», dice el promotor, y eso es algo que todavía se desconoce porque ni siquiera hay un presupuesto definitivo de cuánto podría costar reabrir las instalaciones, pero todos saben que hará falta mucho dinero y, consiguientemente, también la colaboración de instituciones y particulares.
Para empezar, se ha contado con el respaldo de diversas entidades benéficas, entre ellas la Fundación por la Justicia o la asociación Amigos de la Calle. También se ha implicado la Fundación Vinatea Editorial de València, cuyo editor, Salvador Raga, ha destinado al futuro Albergue Joaquín Ballester los beneficios de la venta del libro ‘101 razones judiciales’.
Además del carácter social y solidario de la propuesta, los promotores también destacan que permitiría luchar contra la despoblación que sufre el interior de la Comunitat Valenciana, en este caso concreto la zona en la que se sitúa Benassal.