Añoramos, cada vez más, los tiempos en los que en política se debatía y pesaban las ideas sobre los insultos y el intelecto sobre las puestas en escena cavernarias. La altura del debate político actual, son sus salidas de tono y el consabido «y tú más», es una cosechadora de desapego y de cansancio para los ciudadanos que cada vez entienden menos a los políticos. De hecho, en muchos casos, ni consideran tener nada en común con ellos. Esta es la triste realidad política actual y comprendo a mis vecinos cuando afirman no entender que quienes gobiernan empleen su tiempo y energías en tapar los escándalos que les persiguen. Pero y… ¿El problema del acceso a la vivienda de los más jóvenes? ¿Y el paro? ¿Y las ayudas a nuestra industria cerámica? ¿Y el plan de regeneración de nuestra costa? ¿Y las justas demandas de nuestros agricultores y ganaderos? ¿Y las infraestructuras que necesitamos para ser competitivos y nunca llegan? Parece que hay otras prioridades.