Los vecinos de Son Oliva quieren abrir su Casal de Barri. El local ya está comprado: en diciembre de 2022, el PSOE de Palma, ante la necesidad del barrio de tener su propio espacio social, acordó la adquisición de un bajo de 296 metros cuadrados en la calle Isaac Albéniz número dos. Dos meses después, en febrero de 2023, el Consistorio oficializó su compra por un valor de 339.700 euros, un 12% por debajo del precio de mercado. Sin embargo, un año más tarde, el local sigue en desuso; no se ha utilizado desde que es propiedad de la administración pública. El nuevo equipo de gobierno del Ayuntamiento de Palma fue preguntado recientemente en el pleno por la situación del local. Respondieron que estaba en vías de preparación. Para que pueda cumplir las funciones propias de un Casal todavía hacen falta tareas de reacondicionamiento en el interior.
Ante esta situación, María Ángeles González y María Ángeles Calvo han decidido comenzar a movilizarse: «Hay mucha gente del barrio que pregunta por qué no tenemos Casal. Se preguntan qué ha pasado para que todavía no esté operativo. Nosotras nos enteramos de que se había comprado por mi hija, que es educadora social y tiene relación con la administración. Fue ahí cuando nos pusimos en marcha», cuenta Calvo. En poco más de dos semanas ya han recogido más de 1.000 firmas para que el Ayuntamiento les abra el Casal: «Es una necesidad del barrio. Queremos que nos dejen abrir el Casal de Barri». No quieren convertir una necesidad social en un conflicto político: «Consideramos que el Casal de Barri no tiene que ver con enfrentamientos políticos. Tiene que estar por encima de estas rivalidades, se trata del barrio, de su gente y de su bienestar», apunta González. Invitados por la Asociación de Vecinos de Son Cotoner, el próximo día 27 acudirán al pleno del Consistorio para hacer notar su petición frente a la clase política palmesana.
Ambas constituyeron el pasado viernes la Asociación de Vecinos Nova Son Oliva, la heredera de la antigua confederación de vecinos, que terminó en desuso debido a que nadie tomó el relevo para continuar con sus funciones. «Históricamente aquí había una asociación de vecinos y un club d’esplai, pero la gente se cansa de las cosas y cuando se dejó, terminó muriendo sola», apunta Calvo. Quieren volver a dar vida al barrio, organizándose junto a otros vecinos para poder llevar a cabo, en el Casal de Barri, actividades lúdicas para la comunidad de Son Oliva. Además, con la nueva Asociación han logrado crear un altavoz para señalar y solucionar las necesidades del barrio. «Es algo necesario. Nosotros somos un barrio trabajador, de clase media. Cuando yo era pequeña, recuerdo que se hacían muchas cosas como la casa del terror o por ejemplo en verano torradas entre los vecinos en la calle o las verbenas de la barriada», destaca Calvo. Sin embargo la situación todavía es precaria. La Asociación de Vecinos no tiene lugar para reunirse y, a falta del Casal, se ven en casa de González.
Aún así, la comunión entre los vecinos del barrio es clara. Para ilustrar esta información y dar más peso todavía a su reivindicación, una veintena de vecinos con carteles se situaron frente al local de la calle Albéniz. De camino, más convecinos se van sumando a la iniciativa con el objetivo de dar apoyo y aportar más fuerza a su llamamiento. «¡Queremos nuestro Casal de Barri!», se podía escuchar de camino. Se trata una necesidad real para la comunidad.
González y Calvo ponen como ejemplo uno de los clubs sociales de Amadip, concretamente el de Son Forteza. Allí se llevan a cabo actividades y talleres diarios para la comunidad y, pese a tratarse de una entidad privada, cumple una función meramente social destinada al vecindario. «Al igual que pasa en Amadip, abrir el Casal crearía puestos de trabajo para la gente del barrio. Sería una forma de trabajar directamente para la comunidad», cuenta González. «Propondríamos actividades como clases de bachata, gimnasia y estiramientos para gente mayor, clases de yoga, de pintura, de pasodoble, etc. Todas ellas necesitarían gente que las impartiese, aparte de los trabajadores y asistentes propios del local», apunta.
Así, los vecinos de Son Oliva luchan por conseguir abrir un espacio que ya está instaurado en más de treinta barrios de Palma y que cumple una función fundamental para los habitantes de la zona: «Al final hay mucha gente mayor e incluso jóvenes que solo van al parque o al bar. No tienen una opción de ocio pública, tan solo privada. Podría ayudar a mucha gente y, sobre todo, aumentaría el sentimiento de barrio entre nosotros».
Ahora confían en que su petición a las instituciones y la presión social logren abrir una vía para que pronto Son Oliva pueda disfrutar de un espacio que, sin duda, aportará un sano beneficio para sus vecinos.
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