La política española vive horas críticas. La relación entre PP y PSOE lleva muchos años contaminada bajo la sensación de que los grandes acuerdos son imposibles. Pero en las últimas semanas algo ha cambiado a peor. El ambiente, como reconocen dirigentes de ambos partidos y otros con representación en el Congreso, se ha vuelto irrespirable. El traspaso de las barreras personales es ya una realidad con reproches públicos sobre las parejas sentimentales de unos y otros, amistades del pasado e incluso, desde hace unos días, ataques directos a periodistas con nombres y apellidos como ha ocurrido desde el equipo del PP de la Comunidad de Madrid.