El Ministerio de Situaciones de Emergencia de Rusia ha elevado a 152 el número de heridos en el ataque del viernes contra la sala de conciertos Crocus City Hall en Moscú, según su último balance recogido esta mañana por la agencia TASS.
La cifra de muertos como resultado del ataque terrorista se mantiene en 133 personas, según el Comité de Investigación de Rusia, advirtiendo que las operaciones de búsqueda seguían en marcha y que el dígito podría ascender durante la limpieza de los escombros.
De los heridos, según la última actualización del sábado, 105 continuaban hospitalizados mientras que otras 32 personas estaban recibiendo atención ambulatoria. Asimismo, al menos 40 personas tuvieron que ser operadas de urgencia en la noche del viernes al domingo.
La agencia investigadora explicaba en un comunicado anterior difundido vía Telegram que la mayoría de las muertes habían sido consecuencia bien de heridas de bala o bien de la asfixia durante el incendio de la sala.
El atentado del viernes en Moscú se ha convertido ya en el peor ataque terrorista en la Rusia contemporánea por encima de la crisis del secuestro, por parte de separatistas chechenos, de los asistentes del teatro Dubrovka en 2002, una tragedia que se saldó con 132 rehenes fallecidos tras una intervención sin paliativos de las fuerzas de seguridad rusas.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha comparecido este sábado por vez primera tras el atentado para confirmar la detención de los cuatro autores materiales de la masacre, que ha calificado como «acto terrorista, sangriento y bárbaro» antes de declarar este domingo, 24 de marzo, día de luto nacional.
Si bien la organización yihadista Estado Islámico se ha atribuido el ataque, el presidente no ha mencionado al grupo en su discurso. En su lugar, se ha limitado a indicar, tal y como le informó previamente el Servicio de Seguridad Federal, que los sospechosos de la autoría material de la matanza fueron detenidos cuando se dirigían a la frontera ucraniana donde, según el mandatario, «les habían preparado una entrada en el lado ucraniano para cruzar».
El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, ha rechazado este mismo sábado tales acusaciones, negando cualquier vinculación de Kiev con el atentado y ha lamentado no solo que Putin no se preocupe por su propio país sino también que siempre «eche la culpa a otros».
Por su parte, uno de los detenidos presuntamente implicado en el ataque ha confesado que les prometieron «medio millón de rublos» (unos 5.000 euros) por este acto. Una cantidad de la han recibido la mitad mediante una transferencia a una tarjeta bancaria, según ha explicado el presunto implicado en una grabación del interrogatorio publicada por el Canal Uno de la televisión rusa.