El clásico era un incordio. El partido contra el Real Madrid caía justo en medio de la eliminatoria a doble partido contra el Brann de los cuartos de la Champions. Las azulgranas no sentenciaron en la ida y se lo juegan todo este jueves en el estadio Johan Cruyff. Sin embargo, entre medio tenían que ir al Di Stefano, que nunca es fácil. Los precedentes eran goleadas ante el Real Madrid pero nunca se puede cantar victoria, o así lo creen en el vestuario culé. Costó, no estuvieron inspiradas en exceso las catalanas, pero se llevaron el clásico para seguir imbatibles contra el eterno rival (0-3).
El recuerdo de Montjuic es muy dulce (5-0). La goleada bajo el sol en el campo culé había dejado una imagen de dominio claro de las culés. Sin embargo, bajo las nubes grises del Alfredo Di stéfano, ese encuentro se recordó demasiado lejano. El Barça salió bien, como siempre. Controlando el balón, poco a poco fue imponiéndose con acciones que metieron al Real Madrid en su área. Las azulgranas no tuvieron su mejor día, poco inspiradas y cometiendo errores innecesarios en el proceso de construcción, pero consiguieron minimizar los efectos durante el primer cuarto de hora.
El encuentro se jugó por las bandas. El Barça se abonó al dominio de Rolfö y por la izquierda y Ona Batlle por la derecha para avanzar, mientras que el Madrid quiso salir a la contra con Linda Caicedo y Athenea del Castillo. Las culés encontraron antes portería gracias a una internada de Ona Batlle hasta la línea de fondo. Cuando casi estaba tumbada en el suelo, envió un centro que se paseó por dentro del área pequeña blanca. La defensa madridista lo miró pasar y Rolfö aprovechó tal pasividad sola delante del segundo palo. Solo tuvo que acariciar la pelota para introducirla dentro de la portería.
El gol, sin embargo, hizo el efecto contrario al esperado. El Barça, en vez de seguir enterrando al Real Madrid en su área, se echó para atrás. Las culés se hundieron en su propio medio campo y, con posesiones vehiculadas sobre todo por las bandas, el equipo madrileño acechó la portería de Cata Coll. Paredes estuvo a punto de defenestrar a su equipo, cuando un despeje acabó envenenándose hasta chocar contra el poste. El balón no entró de milagro y ese susto sacudió al conjunto culé. Les hizo reaccionar y volvió a la senda del control. Nada de arriesgar sin garantías. Las azulgranas fueron recuperando metros y se fueron al descanso recuperando el aliento y cierta calma.
Una conexión mágica
En el segundo tiempo se pudo ver a un Barça un pelín más brillante. Sin ser ese equipo arrollador, consiguió reponerse hasta volver a ocupar su parte favorita del campo. Volcadas en ataque volvió a aparecer la conexión más mágica que tienen las azulgranas en su plantilla, la de Graham Hansen y Aitana Bonmatí, dos futbolistas que ven el fútbol a otra velocidad. La noruega se fue de Olga Carmona, que acabó por los suelos tras no enganchar a la extremo, y con tanta paciencia como calidad, centró pausadamente un balón. Este llegó en el segundo justo para chocar con la bota de Aitana, que esperaba en el centro del área pequeña.
Si el Barça está en apuros, Graham Hansen siempre aparece. Ya no por el resultado, cada vez más abultado en el Di Stéfano, sino por la falta de brillantez futbolística. No lo soporta. Tiene ese don, esa calidad inhumana y que ya es indescriptible. Necesita y personaliza la genialidad y ante el Real Madrid no podía faltar su jugada digna de ver otra vez con palomitas en el sofá. Recortó a mansalva dentro del área, se despojó de Olga Carmona e Ivana Andrés y superó a Misa en un santiamén. Hace lo que quiere y cuando quiere con el balón.