A su 30 años, Diego Botín puede presumir de tener la medalla de bronce del último Mundial de vela y se plantea sus opciones en los próximos Juegos Olímpicos. Este deportista, nacido el 25 de diciembre de 1993, como nieto del banquero Jaime Botín forma parte de una de las familias más importantes de nuestro país. Ha crecido mirando el mar y soñando con dedicarse a los barcos, como su tío Marcelino Botín, uno de los más reputados diseñadores de barcos del mundo. Su padre, Gonzalo Botín, es armador. Por lo que las embarcaciones han tenido un lugar especial siempre a lo largo de su vida.
El nieto de Jaime Botín está viviendo uno de sus mejores momentos a nivel deportivo. A principios de mes consiguió el bronce mundial, junto a Florian Trittel, en la categoría de 49er del Campeonato de Vela que se celebró en Lanzarote. Es la tercera medalla que consigue desde 2022, cuando se llevó la de plata. En los Juegos Olímpicos de París el sueño es conseguir el oro.
El reto de llegar al mundial
Llegar hasta ese bronce hace solo unos meses fue todo un reto. Unas jornadas antes se había hecho un esguince en el tobillo en Sídney y hasta cuatro o cinco días antes de la competición no sabía si podría participar. «Tenía el tobillo hinchado como una bota», aseguraba en una entrevista con Marca. Pero no considera que este contratiempo haya lastrado su carrera, de la que está más que orgulloso.
Diego Botín ha crecido junto al mar, por lo que además de la influencia familiar también ha podido observar de cerca el deporte que ahora es no solo su pasión sino también su profesión. Ha sido en la capital cántabra donde ha aprendido a amar las olas y vivir tan unido al mar. «Vivir en Santander ha facilitado que, desde siempre, me llamara la atención el mar«, comentaba con la revista ¡Hola! «Para mí ha sido un sueño desde que tenía seis o siete años, cuando veía a los regatistas olímpicos entrenar», añadía.
Crecer en el mar
«Lo tenía tan claro que, cuando me subí por primera vez a un barco [con unos seis años], ya sabía que aquello era lo que quería hacer en la vida», aseguraba el deportista. Su primer barco fue un Optimist al que llamó Mejillón, una embarcación de vela ligera enfocada para niños entre seis y quince años que pueden comprarse desde 1.000 euros.
Su abuelo y su padre navegaban, por lo que tiene además mucho que comentar con ellos. De hecho, tal y como explica en su entrevista, Jaime Botín se interesa mucho por cómo avanza su carrera y su interés compartido da lugar a muchas entrevistas interesantes.
En lo deportivo, Jaime tiene claro de quiénes son sus ídolos. El pasado año, cuando le preguntaron quién era la persona a la que más admiraba tuvo claro que era Rafa Nadal. Como él, pretende seguir compitiendo y disfrutando de su pasión hasta el final de los días. Por eso, dentro de los diez años se ve a sí mismo continuando surcando las olas.
Un equipo diez
A pesar de que Jaime Botín no es muy activo en las redes sociales, su compañero de equipo, Florian, lo es por él. El catalán tiene cerca de 10.000 seguidores y además de su faceta deportiva se le ve habitualmente pasándoselo bien, bailando y haciendo trends de Tik Tok. El nieto del conocido banquero es algo más tímido, pero la relación entre ellos es de lo más cercana y se les ve cómodos cuando están juntos. Eso sí, son radicalmente opuestos: Florian se considera más Pumba y Jaime es más bien Timón [los personajes del Rey León].
Antes de que compartieran embarcación, Diego Botín navegaba junto a Iago López Marra, con quien estuvo en sus primeros Juegos Olímpicos, los de Río, en el año 20016.
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