«Hemos tenido un problema con Claudia». Amparo, aún rota, recuerda la llamada como si se la acabaran de hacer. Jueves, 5 de febrero de 2015, en Barcelona. Hace nueve años que enterró a su hija Claudia, pero le sigue pareciendo hoy. Demasiado pronto, tenía solo once años. Sin despedidas. Demasiado cruel.
«Nadie está preparado para algo así…», arranca la mujer ante CASO ABIERTO, portal de sucesos e investigación de Prensa Ibérica, «la muerte de un hijo… y encima en unas condiciones en las que nadie te da ninguna explicación». Su mente se instala en aquel fatídico día de febrero. «Recuerdo que entramos a una sala del hospital…». Había recibido la llamada minutos antes: «un problema…». Caras serias, demasiado. Algo no va bien. «Estaba lleno de médicos. Nos dicen: no se asusten, Claudia ha tenido una bajada de CO2 y una parada cardiaca a los diez minutos de ponerle la anestesia… La hemos reanimado, está bien».
Amparo pidió ver a la pequeña. «¿Va a tener secuelas por esa parada? Dijeron que no, pero que estaba en la UCI. Que la niña estaba nerviosa cuando despertó y la habían sedado«. Amparo, Daniel -su marido- y su otro hijo, presentes también, confiaron en que Claudia había superado todo, estaba bien. «Dos, tres… no sé, cuatro horas después entramos en la UCI», revive la mujer. «Estaba fría, helada, pálida», toma aire, «mi hija estaba muerta ya. En su cara, el surco de unas lágrimas… Levanté la manta, no estaba sondada, no tenía escayolas. No la habían operado…». La pequeña moriría horas después.
Unos días antes
«Me temo que, de nuevo, hay que cambiarle los yesos a Claudia. Con el crecimiento, con el tiempo, van sueltos, no le sujetan ya». La pequeña, incluso, se ofreció a hacerlo sola: «mamá, si es que se me salen…«, decía mientras comenzaba a reír. «Mejor no, Claudia, que las quite el doctor».
Tenía once años. «Era una niña sana, enérgica, feliz». Su pasión, estar con los suyos, disfrutar. Su don, uno de muchos: observar, hablar, comunicar. Quería ser periodista, «se le daba genial». No tenía enfermedades, «su único trastorno era físico», explica Amparo. La pequeña nació con acondroplasia. Nunca fue límite: corría, saltaba, jugaba. «Fíjate si no era límite», recuerda su madre, «que era la protectora de su hermano, un año y poco menor. En el recreo, si había algún problema, allí estaba ella para dar la cara por él».
«Vamos a hacer una radiografía… Parece que tiene el pie equino. Retiramos las escayolas y, si eso, intervenimos ese tendón»
Les hablaron de una intervención: estiramiento de tibia. De cara al futuro le facilitaría mucho las cosas y le daría más independencia. Claudia dijo sí; sus padres asintieron, si ella quiere… solo querían que su hija estuviera bien. «Acababa de terminar primaria, antes de empezar la ESO que se iba a poner más difícil…». Lo hicieron. La intervención se hizo en agosto, salió todo bien.
Pasó el verano. Curas, reposo y visitas al fisio, evolución normal. Con la llegada del cole tuvieron que hacer un cambio de escayolas exprés. «Los yesos se habían manchado y olían. No queríamos que Claudia fuera a clase así», recuerda su madre. Se cambiaron en consulta, sin problema, sin más.
Seis meses después, dado que las tibias habían estirado y, además, se habían dado de sí, había que volver a cambiarlas. Acudieron al doctor el 2 de febrero. «Vamos a hacer una radiografía… Parece que tiene pie equino (torcido). Retiramos las escayolas y, si eso, intervenimos ese tendón», nos dijo. El 5 de febrero, tres días después, estaba todo listo. La intervención, sin riesgo, sencilla: una tenotomía (corte de tendón, suele utilizarse anestesia local). La cita era en la Clínica Dexeus Quirón, allí les había derivado, como otras veces y por convenio, la Seguridad Social.
«Su hija está muy grave»
«Claudia está muy grave». Tras salir de aquella sala llena de médicos, la familia se instaló en la habitación que habían ocupado nada más llegar. Claudia seguía la UCI. Una llamada de madrugada hizo temblar a Amparo. «Su hija está nuy grave. Tiene la sangre muy líquida de tanta medicación, necesitamos hacerle una transfusión». Eran las 3:00 horas. «La anterior conversación, sobre las 19:00 horas, había sido para decir que la niña estaba mejor…». La siguiente llamada sería para que entraran a despedirse, «sus órganos han dejado de funcionar”. A las 5:30 horas Claudia fue desconectada. Falleció.
«Increíble». Amparo revive los últimos momentos con su hija. Recuerda la (no) despedida, la llegada al hospital. «Llegamos a la clínica a las 10.00 horas», reconstruye, «nos dieron la habitación y vinieron a verla. Estaba contenta. Estaba bien. La pesaron -mi hija tenía los hierros del alargamiento de la intervención- y le dieron una medicación antes de entrar a quirófano».
«Mamá, tengo ganas de vomitar». Amparo miró a Claudia, «debe ser que estás nerviosa, ¿no?». Momentáneamente pasó. «Al cabo de un rato le noté síntomas como de empezar a tener febrícula». El celador vino a por la niña, «se lo comenté». Claudia, mientras iba al quirófano, empezó a llorar. «Creí que era normal, una niña de once años que va a quirófano…». Nos vemos en nada, pensó Amparo. No fue así.
«La anestesista salió y nos preguntó algunas cosas: si tenía alergias, etc… y le dije que no notaba a la niña bien. Les advertí, además, de que hace unos años la operaron de anginas y, cuando le pusieron la anestesia, tuvo como un espasmo. Me dijeron que eso pasaba a veces. Le dije que la veía así con fiebre, que miraran por si lo tenían que echar para atrás. Me dijeron que la tendrían en observación». A los quince minutos de ponerle la anestesia, Claudia entró en shock.
Necropsia: órganos en formol
Amparo vuelve a esa madrugada. «Nos despedimos en la UCI, y se la llevaron… Claudia estaba muerta. Mi hija…», revive. «El médico vino y nos dijo que si queríamos practicarle la autopsia», recuerda. «Lógicamente le dijimos que sí. Nos dan un papel y vemos que pone ‘necropsia’. Nos dicen que es lo mismo, que firmemos para poder empezar…».
El sepelio, el último adiós a Claudia fue multitudinario, muy doloroso. Nadie entendía nada, un día antes, en el colegio, le dijo a sus compañeros que volvería sin escayola, que ya podría caminar.
«El director de la clínica nos llamó para hablar con nosotros. Le dijimos que iríamos con nuestro abogado. Nos dijo que si era así, no nos molestáramos en bajar»
¿Por qué murió Claudia? ¿Se pudo evitar? En casa, batallando el duelo, un amigo de la familia, abogado, revisando la documentación lo vio claro: tenéis que denunciar. «No sabíamos nada de la muerte de nuestra hija. Solicitamos que realizaran una autopsia judicial». En paralelo, «el director de la clínica nos llamó porque quería hablar con nosotros. Le dijimos que iríamos con nuestro abogado. Nos dijo que si era así, no nos molestáramos en bajar. No volvimos a tener contacto con la clínica más».
Mientras avanzaba la petición de autopsia judicial, «esperamos el resultado de la necropsia, llegó y estaba limpio, no había causa de la muerte… Esperamos, tras eso, el resultado de las pruebas toxicológicas». No llegaron. «Nadie había hecho tal prueba». El único dato que hacía intuir la causa de la muerte de Claudia lo indicaba el parte de la UCI, al que ha accedido este medio: «shock por drogas».
La jueza aceptó la petición de autopsia y se procedió a la exhumación del cuerpo. «Fuimos al cementerio, sacaron a nuestra hija, reconocimos su cuerpo… y se lo llevaron para proceder a la autopsia», revive. «Al cabo de unos días nos dicen que no se puede hacer porque Claudia no tenía órganos que analizar«. El shock fue importante. «Al parecer, esa era la diferencia entre necropsia y autopsia, los órganos de mi hija estaban metidos en botes de formol». Sin saberlo, ellos lo habían autorizado. Se intensificaba la batalla judicial.
No hacía falta operar
«El dolor era cada vez peor. El formol, además, borra todo… Una niña sana que, por retirarle una escayola, fallece. A mi hija no la llegaron a operar». Amparo recuerda: «con mi hija ya fallecida, el doctor me dijo: ‘teníamos que hacerlo así, Amparo, era el procedimiento, pero al final no teníamos ni que hacer esa operación’. ¿Le pones una anestesia general para una retirada de yesos si no sabes seguro que hay que operar…?».
La hoja quirúrgica, a la que ha accedido CASO ABIERTO, confirma las palabras de Amparo. «Paciente en posición de cúbito supino. Se extraen yesos, se limpian las piernas con agua y jabón. Se movilizan los tobillos observando que no necesita tenatomías por la buena movilidad. A media intervención, se complica anestésicamente y se deja sin yesos ni nuevas curas», describe el documento.
«Mi hija no necesitaba esa operación. Anestesiaron a la niña antes de saberlo, anestesiaron a mi hija para quitarle la escayola, básicamente. Un procedimiento que, meses antes, habían hecho en una consulta normal».
Cerrojazo judicial penal
Los padres de Claudia iniciaron una lucha judicial que se mantiene hasta la fecha. Nueve años sin detenerse. Sin parar. «Es mucho el dinero invertido, el tiempo, la salud…», se duele Amparo. «Todavía no sabemos la causa por la que nuestra hija, sana, murió«.
El informe de UCI «habla de shock por drogas». Los resultados de la necropsia, también analizados por este periódico, no facilita el dato de los medicamentos administrados, y la autopsia judicial, a la que ha accedido CASO ABIERTO, señala que «como consecuencia del procedimiento llevado en la autopsia (necropsia) clínica, no se puede analizar». Sin informes toxicológicos, sangre ni órganos, refiere, «a la hora de establecer la causa de la muerte, por los motivos antes citados, únicamente nos podemos basar en los informes médicos aportados». Amparo se pregunta: «¿fueron los medicamentos y las dosis suministradas durante la anestesia las correctas?».
«¿Tuvo un preoperatorio correcto? ¿Una correcta intubación? ¿Por qué anestesian de forma general a una niña que no saben si tiene que operar?»
Denuncian que, a pesar de que los informes indican que la niña murió por un choque provocado por los medicamentos, no se practicó ningún informe toxicológico. Necesitan saber qué se le administró en la anestesia, «no lo hemos podido resolver».
¿Tuvo un preoperatorio correcto? ¿Estaba monitorizada? ¿Por qué anestesian de forma general a una niña que no saben si tienen que operar? ¿Tuvo Claudia una correcta intubación? «A mi hija le pusieron una mascarilla, sin más». Su acondroplasia hace que pacientes como Claudia necesiten intubación orotraqueal. «La característica de su caja torácica, su aparato respiratorio, habría facilitado la reanimación».
En la misma hoja quirúrgica, comprobada por este medio, figura que Claudia recibe «anestesia por mascarilla laríngea y que a media intervención, se complica anestésicamente», reitera Amparo.
Tres médicos de la clínica fueron investigados. Tras dos sobreseimientos, la Audiencia Provincial de Barcelona dio el cerrojazo definitivo por la vía penal. «No hay indicios suficientes de la comisión de los hechos” por los que se investiga a los médicos (imprudencia médica), argumenta el auto al que ha accedido CASO ABIERTO. Según el escrito judicial, Claudia murió «a consecuencia de una reacción adversa a fármacos, una reacción imprevisible y no esperable, y, por tanto, no se desprende que hubiera una responsabilidad penal por su fallecimiento».
Nueve años después, la única vía que queda es la civil. «Estamos a pocos meses de volver a tenerlos de frente y es duro», señala su madre. «Yo entiendo que nadie quiso matar a mi hija, pero sé que cometieron un error y por ello mi hija murió. Solo quiero que se responsabilicen». La lucha no cesa. «Por Claudia y por todos los niños que, tristemente, pueden venir después».