Presicoso derbi en Sar que el Monbus Obradoiro logra conquistar por 83-72 con dominio de principio a fin, pese a un último cuarto donde el Breogán amagó con la remontada. Los compostelanos disfrutaron de mejor juego y supieron cerrar un choque que a final de temporada podría valer la continuidad en ACB.
La fiesta del baloncesto gallego llegaba a Compostela con los dos equipos enzarzados en la misma batalla para lo que resta de temporada, la de la permanencia, como aliciente para este derbi. La fan zone que instaló el Obradoiro sirvió para que los aficionados santiagueses comenzasen a prender la llama que quería arder con fuerza en la Caldeira de Sar.
En ambos lados, los técnicos apostaban por sus nuevas piezas. Devon Dotson, portando el 10 en los locales, y Justin Robinson, con el 5 celeste, entraban en las convocatorias de Moncho Fernández y Veljko Mrsic. El que se caía entre los nombres que manejaba el Alquimista de Pontepedriña era Sasha Kovliar por molestias en un pie. Sumado a ello, el cuerpo técnico descartaba a Fernando Zurbriggen, que curiosamente si estuvo en la pista de corto y probablemente fue descartado a última hora, y Tres Tinkle. Apostaba por lo ‘más nuevo’ en el puesto del base Moncho.
Antes del comienzo del derbi, las dos aficiones entonaron el himno gallego como gran momento de unión antes de que la ‘guerra’ comenzase. Acto seguido, sonaba el Miudiño para demostrarle al conjunto lucense que el sexto jugador del Obradoiro iba a hacer también su partido en Sar.
Strelnieks, Mendoza, Scrubb, Timma y Pustovyi era el quinteto elegido por el Alquimista para arrancar el choque. Mrsic apostaba por Sergi García, McLemore, Momirov, Nakic y Sakho. Los dos equipos parecían salir con intensidad en defensa y con mucha labor para ver aro en ataque. Le costaba especialmente a Sakho con errores forzados por la envergadura de Pustovyi.
Salía mejor el Obra de inicio, con sus jugadores muy metidos, destacando Rigoberto en ataque y Scrubb en ambos lados de la pista, con mucha entrega en el rebote y a la hora de robar balones en las transiciones de los lucenses. Pasados los seis primeros minutos, saltaban a la pista Howard y Dotson, que debutaba. El flamante fichaje de los compostelanos entraba con ganas de demostrar, pegado en defensa a Sergi Quintela, que no encontraba la forma de superarlo, y sin miedo de mirar al aro, sacando una gran falta penetrando al aro que a punto estuvo de ser un 2+1. Pedía tiempo Mrsic y no erraba Dotson al regresar a la cancha (18-10).
Howard cosechaba su segundo triple, uno de gran mérito punteado tras bote, y se sumaba a lo que parecía que comenzaba a ser la fiesta obradoirista. La defensa compostelana estaba marcando el duelo, llegando a alcanzar los dos dígitos de diferencia y ganando mucho a nivel anímico tras un cuarto donde tuvo todo el baloncesto, terminando con el 25-14. El dominio absoluto del rebote de los compostelanos, con 15 por los 7 de los celestes, marcaba el resultado.
Salían algo perdidos los compostelanos en el segundo cuarto, con un par de errores de entendimiento y era el momento idóneo para que los celestes buscasen retomar la igualdad. Pese a todo, los de Mrsic no terminaban de hacer daño y el técnico de los lucenses apostaba por introducir al debutante Robinson. En ese momento llegaba la técnica a Sakho, reclamada por Mrsic pidiendo un challenge que no prosperaba.
El Obra volvía a su buen juego, encontraba el aro y Timma forzaba el tiempo de los visitantes con un triple que ponía el 34-19. Los compostelanos tiraban de la experiencia de sus jugadores en pista para dominar la situación y lograban controlar el juego. Pero Moncho quería llevarse una diferencia mayor dando entrada a Pustovyi y a la velocidad de Dotson. Cerraban el cuarto los locales poniendo una marcha más y Rigoberto celebraba un gran triple que sería la última canasta. Llegaba el descanso con el 41-27.
Moncho se iba a los vestuarios y debía de conseguir que los suyos salieran con la intensidad del primer cuarto para impedir cualquier amago de remontada. Recuperar el dominio del primer cuarto en el rebote podría ser definitivo. Mientras, Mrsic necesitaba que los suyos se reencontrasen en ataque, ya que la mala selección de tiro, unida al desacierto, impedía la reacción de los lucenses.
Prueba de ello es que el Breogán ofreció unos porcentajes del 29 % en lanzamientos de dos, del 28 % en triples y del 62 % en los tiros libres. Por contra, el Obra gozaba de buena salud en el triple (41 %) y estaba excelso en la línea de personal (10/11). Además, todos los jugadores compostelanos parecían aportar.
Llegaba la segunda parte y triple de un Mendoza que quería ser la bestia negra de los celestes y ya sumaba 12 puntos en su casillero. Parecía que los santiagueses dejaban los fantasmas del pasado con el triple atrás con otro de Timma. El Breogán se tambaleaba y era el momento de noquearlos.
El idilio del Obradoiro con el triple seguía, pero Momirov respondía con un triple cercano al círculo central para intentar meter a los suyos. Y así sucedía, mejoraban en el perímetro los lucenses en este cuarto para evitar el desastre, ya que los locales no bajaban el ritmo.
Comenzaba a fraguarse también el pique que traían Juan Fernández y Blazevic del pasado derbi con contactos duros. El cuarto terminaba muy igualado y con muchas canastas, pero finalmente a favor de un Breogán que recortaba distancias (62-48).
Llegaban los diez minutos finales y el Obra debía demostrar que era capaz de cerrar los partidos en el mejor escenario, un derbi en Sar. De nuevo entraban los de Moncho con un triple, ahora de Scrubb, que acompañaba un 2+1 de Pustovyi que podía anestesiar a los lucenses. Por ello, Mrsic pedía tiempo con poco más de un minuto jugado. A la vuelta, no fallaba el ucraniano.
Cerca del ecuador del choque, Mrsic veía como su nueva herramienta, Robinson, le daba vida a su equipo a golpe de triple. Metía el susto en el cuerpo del obradoirismo en una contra el Breogán, que bajaba de los 10 de distancia y forzaba el tiempo de Moncho (70-61).
Los dos equipos entraban en un tramo errático y sin canastas. Pero llegaba la primera de la peor forma posible, 2+1 de Sakho. La presión era intensa para ambos equipos, pero seguía siendo el Breogán el que estaba por detrás y el Obra debía jugar con ello. Ralentizaban las posesiones los de Moncho, buscando buena circulación. Y Scrubb se vestía de héroe en Sar y el Obra regresaba a los dos digitos de distancia. Cerraba Sar con ambiente festivo y con Pustovyi machacando dos balones aéreos. El derbi que se quedaba en Santiago.